IM VETERINARIA #3 - page 46

de separación que sufren los perros son prácticamente inexis-
tentes en los gatos.
“En el fondo, esto tiene mucho que ver con la
historia evolutiva. La biología del perro es la de un animal gregario,
que vive en grupo. La de los antepasados del gato, no. Eran anima-
les solitarios”
, indica.
A la hora de prevenir los comportamientos agresivos, Fatjó re-
comienda, en primer lugar, que la gente conozca mínimamen-
te las necesidades reales del perro o del gato.
“Muchas veces, lo
que ocurre es que el propietario no se preocupa por saber qué es lo
que le proporciona bienestar al perro o al gato. Es ver exactamente
qué es lo que se tiene en casa y qué necesidades reales tiene para
estar bien adaptado. Cuánto mejor adaptado está el animal, más
se reduce el riesgo a que haya problemas de conducta”
, certifica.
Además de eso, subraya que un perro necesita contacto social,
estar con gente y con otros perros.
“Uno de los elementos que
puede provocar un comportamiento inadecuado, entre ellos la
agresividad, es el aislamiento, en el caso del perro. En el del gato, es
muy importante que el territorio sea estable, que haya todo lo que
necesita”.
Eso sería es una primera línea de consejos.
La segunda, para perros y para gatos, es que
“la gente tiene que
ser consistente en el manejo”
. O sea, responder siempre de la mis-
ma manera ante una misma situación. Si el perro puede subir al
sofá, que se le deje hacer siempre. Una tercera norma general
que apunta Fatjó es
“evitar el castigo”
.
A día de hoy, lo de llevar al perro al psicólogo es un tema lla-
mativo.
“En los años 70, cuando se decía que a un perro se le iba a
hacer una radiografía, la gente se llevaba las manos a la cabeza.
La propia especialidad de la psiquiatría enmedicina humana sigue
siendo tabú. La gente no te dice por lo general que va al psiquiatra.
Todavía la especialidad está dentro del armario. Lo que hacemos
los veterinarios etólogos es intentar que el encaje entre el animal y
el entorno sea el mejor posible”
, narra Fatjó. El objetivo es buscar
que el encaje de ese perro o de ese gato en el entorno físico
en el que está, y con la familia con la que convive, sea el mejor
posible y que la gente disfrute más de su animal de compañía.
Secuelas del maltrato
Recientemente, este veterinario etólogo vio a un galgo resca-
tado que había sido maltratado, que venía con cicatrices.
“Se
lo ha quedado una familia fantástica y el perro está mejor, pero
las cicatrices también están por dentro. El maltrato deja cicatrices
internas y en el cerebro. En estas situaciones, intentas que las aso-
ciaciones negativas que el perro ha desarrollado se puedan mo-
dificar, en la medida de lo posible. Si ha desarrollado miedo a las
personas desconocidas, persigues que, poco a poco, a través de
la rehabilitación, de la educación, vaya relacionando el contacto
con una persona desconocida con algo positivo”
, establece. Eso
sería una de las cosas que se pueden hacer en cuanto a modi-
ficación del comportamiento.
Cuando llega un miembro nuevo a la familia, como un bebé,
para que no se sienta desplazado, para que no haya una reac-
ción agresiva por celos o por competitividad, lo óptimo es que
el perro asocie la aparición del crío con cosas beneficiosas. En
ese sentido, se trabaja para que el niño no signifique una pér-
dida de atención.
“Intentamos que los propietarios, cuando el
niño no está delante, reduzcan el grado de atención al perro, y que,
cuando el niño está en escena, lo potencien”
, comenta.
Con todo,
“si no tienes la implicación del propietario, no tienes
nada que hacer. Todo depende también de las expectativas con
las que vayan las personas a consulta. Hay que entender hasta
dónde se puede llegar. Las expectativas marcadas han de ser razo-
nables”
, concluye. Tampoco hay que obviar que un animal con
problemas de comportamiento que se rehabilita puede volver
a desarrollar el problema más adelante. Hay problemas de com-
portamiento que se resuelven con más facilidad y que una vez
resueltos no aparecen. Otros, como la agresividad, los puedes
controlar, pero está el riesgo de recaída, sobre todo si pasan de-
terminadas cosas en el ambiente.
“La gente conocemás de lo que
parece lo que implica la etología”
Jaume Fatjó responde que la palabra es más bien des-
conocida, pero que la gente conoce más de lo que pa-
rece todo lo que la etología implica.
“Es muy fácil captar
la atención de las personas, por ejemplo, con estudios que
demuestranque las ratas soncapacesdehacer ciertacosa.
Hace poco se publicó en la revista ‘Science’ un estudio que
demuestra que los perros procesan el lenguaje verbal de
una manera muy parecida a como lo hace el cerebro hu-
mano. Salió en todas partes. Los estudios de etología tie-
nen bastante alcance”
, opina.
A su juicio, uno de los principales avances que se han
dado es que se ha comprobado que muchas capacida-
des mentales que se pensaban que eran exclusivas del
ser humano existen en los animales. Ha sucedido en
todas las especies en paralelo; en primates, en perros,
en ratas, etcétera.
“Si hablamos del perro, se ha visto que,
en una situación tan cotidiana como una pelea, busca la
resolución del conflicto. Los animales tienen capacidad
de pedir perdón, incluido el perro”
, señala. Añade que
también se ha encontrado que una habilidad que se
pensaba que era exclusivamente humana, la de tener
un mapa mental para llegar a los sitios, por lo que no
hace falta probar por ensayo-error hasta encontrar una
ruta alternativa, la poseen los animales. Subraya que
una de las cosas en la que más se ha avanzado es en
ver hasta dónde llega el cerebro del animal en cuanto a
complejidad. Otro punto en el que se ha avanzadomu-
cho, de acuerdo con sus palabras, es en relacionar un
determinado comportamiento con el funcionamiento
del sistema nervioso:
“Cuando ves que el animal se com-
porta de una determinada manera, la pregunta que te
puedes hacer es qué está pasando en el cerebro cuando el
animal muestra esta conducta. Este tipo de estudios han
avanzadomuchísimo”
.
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