El problema, para Álvarez, es que muchas veces los propie-
tarios
“no reconocen casi nunca que haya existido o exista una
situación estresante para su gato”
. Y es que para un animal,
cosas tan simples como
“haber ido al veterinario, un viaje, una
hospitalización, un olor extraño, la visita de alguien desconocido,
un ruido fuerte; o más graves como problemas de socialización
temprana, separación prematura de la madre, el no respeto del
etograma propio de la especie o la introducción de un gato nuevo
en casa”
pueden ser la causa de una situación de estrés.
En el caso de los felinos, las patologías orgánicas más frecuen-
tes son el el asma bronquial, la cistitis intersticial, la colitis cró-
nica, la alopecia psicógena, la hiperestesia felina o las enfer-
medades autoinmunes. En el aspecto conductual, agresividad
inter e intra especí ca, ansiedad generalizada, fobias, conduc-
tas compulsivas, pica, anorexia, bulimia, inhibición, marcaje
urinario y con las uñas, hiperactividad o vocalizaciones.
Gato agresivo, ¿qué hago?
Cuando le preguntamos sobre los posibles orígenes de los
comportamientos agresivos de los gatos, Álvarez explica que
son muy variables, desde la predisposición genética hasta de-
fectos en la socialización, pasando por el destete temprano, in-
dividuos nuevos en el hogar, estímulos estresantes en el entor-
no, intentos de manipulación, falta de lugares para esconderse
o escalar, gatos nacidos de gatos salvajes o que han vivido en
libertad, maltrato o alojamiento en lugares inadecuados. Un
sinfín de posibilidades que hace que el diagnóstico sea más
complicado. Aún así, Álvarez recomienda a los propietarios
“evitar la insistencia en pretender manipular, acariciar o forzar
al contacto a sus gatos, ya que solo conseguirán incrementar el
miedo, la ansiedad y, por consiguiente, las reacciones defensi-
vas-agresivas”
.
Para prevenir este comportamiento agresivo, la experta etó-
loga propone
“un periodo de socialización con la estimulación
adecuada: habituación al contacto y manipulación de personas
y a otros estímulos habituales en el entorno doméstico. En el caso
de no haber sido posible esta intervención, siempre es mejor pro-
curar disfrutar de un gato no usando el contacto forzado ni las
caricias”
. No hay que olvidar que
“un gato no es un perro y que
todo lo que conlleve manejarlos de la misma manera podrá
des-
encadenar errores en la comunicación, en el vínculo y problemas
de conducta”
, remarca Álvarez.
Por otra parte, Álvarez señala que otra herramienta fundamen-
tal para la prevención de los comportamientos agresivos es
“el
enriquecimiento ambiental adecuado que asegure que un gato
pueda desarrollar diariamente sus conductas normales de nidas
en su etograma”.
Otras situaciones
Un ambiente tranquilo y estable, libre
de amenazas, también es funda-
mental en los casos de mal-
trato animal. Para ayudar al
felino,
“se pueden usar fero-
monas en el entorno para
disminuir el estrés y crear un
ambiente de confort y en al-
gunos casos será necesaria
la ayuda de una medica-
ción especí ca para mantener
su bienestar”
, explica Álvarez. A
partir de aquí, se podrá tratar el mie-
do especí co con técnicas de modi -
cación de conducta: desensibilización y
contracondicionamiento.
Probablemente el accidente más común entre
los felinos sea la caída desde grandes alturas,
dando origen al síndrome del gato paracaidista.
Álvarez explica que suele darse entre gatos jó-
venes, menores de 2 años, y no esterilizados. Los
motivos pueden ser diversos:
“descuidos de los pro-
pietarios, curiosidad felina, falta de experiencia de los
gatos jóvenes, insu ciente enriquecimiento ambien-
tal y el comienzo de la pubertad”
. La mejor opción
para evitar estos casos es la prevención, usando
medidas que eviten que el gato pueda asomarse
al vacío y que, a la vez, satisfagan su conducta de
acecho y caza. Aun así, Álvarez remarca que si el gato se cae,
es indispensable acudir al veterinario aunque no muestre nin-
guna lesión.
“Los problemas que realmente se detectan y se
denuncian son la punta de un iceberg”
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im veterinaria