IM VETERINARIA #61

7 “Partimos de la afirmación de que quien ha perdido a su animal va a sentirse más protegido en entornos empáticos que hayan pasado por un dolor similar”, agrega su compañera. Como psicólogas, se lanzaron de cabeza a formarse en duelo animal y en unirse, según Blasco, “para crear conciencia y ayudar a quienes sufren esta pérdida, entre los que incluimos a profesionales del mundo animal, por supuesto”. No en vano, definen el duelo animal “como el laberinto emocional que vamos a experimentar las personas ante la pérdida o riesgo de pérdida de nuestro animal”. En este sentido, es importante comprender que “es un laberinto necesario para procesar la nueva situación, aunque traiga dolor y sufrimiento a las personas”, sostiene Blasco. Refuerzan mucho lo de ‘laberinto’, “porque es importante que entendamos que el duelo no es lineal, no va de menos a más, sino que, a pesar de buscar la salida, vamos a desorientarnos, retroceder o, incluso, sentirnos atrapados en ciertas emociones o creencias mientras lo transitamos”. Legitimar el duelo animal Al respecto, su colega señala que “el duelo animal comparte muchas similitudes con el duelo que sufrimos cuando perdemos a una persona cercana; de hecho, para muchas personas puede resultar más duro perder a su animal”, considera. Con lo cual, a pesar del escepticismo con el que se vive para algunos, “es un duelo totalmente legitimado”. “Piensa que cuanto más amor, más cercanía y más impacto tiene el ser fallecido en nuestra vida y rutinas, más grande es el vacío que deja”, reflexiona Serra, autora del libro Mi perro me transformó en mariposa, donde narra su propio proceso de duelo. Esta deslegitimación, esgrime su compañera, “LA PROPUESTA DE RAÍCES ETERNAS ES ACOMPAÑAR A TRANSITAR EL DUELO A TRAVÉS DE SESIONES DONDE HAY TRABAJO INTERNO: CONFRONTAMOS CREENCIAS, TRABAJAMOS EL DOLOR, EL SUFRIMIENTO Y NOS QUEDAMOS CON EL AMOR QUE TRAJO NUESTRO ANIMAL A NUESTRA VIDA” “es lo que causa que algunas personas vivan este duelo en silencio, con cierta vergüenza, incluso, y encuentren poco apoyo para expresar sus emociones”. “Hay una realidad que estamos viviendo ya mismo: los animales están integrados como seres de pleno derecho en las familias. Esto se traduce en que están más cuidados, pero también hay una exigencia más alta de que les traten como merecen y lo den todo por salvarles. Al haber crecido el vínculo y el amor, el dolor ante su pérdida también aumenta y se convierten en duelos que generan cada vez más sufrimiento. También sufrían muchas generaciones anteriores, pero ahora por número es más notorio”, incide en este sentido. Precisamente esto, “lo que nos exige como sociedad es respetar y proteger estos tipos de duelo”, recalca Blasco. Bajo su punto de vista, “reconocerles una validez legal, otorgar días por defunción, tener acceso a velarles (hay ejemplos de crematorios maravillosos en España), que existan homenajes públicos y visibles y que tengan un acompañamiento profesional sin juicios, es fundamental”. Ante esta situación, Raíces Eternas ofrece, sobre todo, acompañamiento psicológico, pero no únicamente cuando las familias han perdido a su animal, también desde antes: “Cuando ha sido diagnosticado con una enfermedad grave, cuando hay un pronóstico desfavorable o cuando hay operaciones delicadas, entre otros”, expone Serra, quien recalca que “el duelo anticipado es algo por lo que abogamos fuertemente, porque nos ayuda a prepararnos para la despedida”. Formación, también para los veterinarios Asimismo, las expertas van a ofrecer píldoras formativas y herramientas que ayuden a las familias a autogestionar su duelo. “Estamos ya confeccionando los contenidos y pronto estarán disponibles en nuestra página web, como una especie de escuela de duelo. Y eso no es todo, estamos ya sacando cursos a través de varios centros formativos sobre duelo, muerte y autocuidado para personal de clínicas y hospitales veterinarios. Ellos también pasan por sus propios laberintos emocionales y son personas clave para las familias”, avanza Blasco. El papel de los veterinarios es “fundamental”, insisten las impulsoras de Raíces Eternas. En palabras de Blasco, “son los embajadores de la salud del animal, traducen lo que el animal siente para poder tratarlo y adquieren un enfoque casi pediátrico: trato al animal, negocio y consenso con la familia. En esta dinámica se establecen unos roles importantísimos de consultor, salvador, persona de confianza, etc.”. Partiendo de esa base, lo que ellas proponen es “que el veterinario tenga armas para poder gestionar situaciones emocionalmente demandantes como la eutanasia o el duelo y que, después, llegue tan lejos como quiera”. “En ocasiones podrá ‘educar’ a la familia para que tengan una visión realista de la vida y la muerte; en otras, podrá intervenir sosteniendo el dolor de la familia y, si quiere, podrá incluso acompañar”, expone. Y, por supuesto, prosigue Serra, “pueden apoyarse siempre en figuras como la nuestra y conectar a esas familias con nuestros servicios de terapia y acompañamiento cuando se requiera un enfoque más continuado”. Cuando entra en escena la culpabilidad Uno de los escenarios más duros ocurre cuando los tutores tienen que dejar ir a sus animales y la eutanasia es la única salida para que no sufran. A la hora de transitar un duelo ya de por sí duro, se le suma otra losa, la de la culpabilidad. “Es muy común y es algo a lo que debemos prestar mucha atención”, confirma Blasco. Tanto es así que constituye el primer motivo de muerte en animales de compañía, con el consecuente estrés emocional que salpica a las familias del animal y a los propios profesionales. “Si bien la eutanasia es la interrupción compasiva de la vida, es algo delicado que debemos saber

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