IM VETERINARIA #60

56 y predictivos del dolor crónico en los canes. Y lo hace utilizando la cuadrícula de evaluación del bienestar animal (AWAG), una herramienta única y objetiva que se utiliza para evaluar y monitorear el bienestar a lo largo de la vida de una variedad de especies. En concreto, los tres autores, Rachel Malkani, Sharmini Paramasivam y Sarah Wolfensohn, de la Escuela de Medicina Veterinaria de la Universidad de Surrey (Reino Unido), realizaron 76 evaluaciones AWAG en 46 perros a los que los médicos les diagnosticaron afecciones musculoesqueléticas que causaban dolor crónico. Como metodología utilizaron pruebas de suma de rangos de Wilcoxon para evaluar la diferencia en las puntuaciones entre los perros con dolor crónico y una cohorte de perros sanos. El dolor, un problema muy heterogéneo Antes que nada, el artículo introduce varias consideraciones sobre el dolor, definido como “una experiencia sensorial y emocional desagradable asociada con un daño tisular real o potencial; o una experiencia sensorial y emocional aversiva causada típicamente por, o similar a la causada por, una lesión tisular real o potencial”. A su vez, puede clasificarse de diversas maneras según su duración (agudo, crónico o intermitente) y gravedad (leve, moderado, severo, insoportable). En el caso específico del dolor crónico, este se describe como un dolor que ha persistido durante más de seis meses y puede tener varios componentes. Asimismo, la causa desencadenante puede estar presente o no. La reorganización de los neurotransmisores corticales ocurre después de la lesión y esto puede inducir sensibilización central, hiperalgesia y alodinia. Cabe mencionar también que los cambios en el cerebro como resultado del dolor crónico pueden afectar a la salud cognitiva y emocional, lo que resulta en estados de bienestar deficientes. De cualquier manera, su aparición no parece tener ningún propósito útil para un animal además de tener una función protectora, y puede ser muy difícil de reconocer conductualmente. Por ende, el dolor crónico es notoriamente difícil de evaluar y cuantificar; el que puede presentar un paciente con osteoartritis puede no parecerse a las características radiográficas de la enfermedad. Sin embargo, los autores del estudio señalan “la importancia de priorizar las evaluaciones objetivas destinadas a evaluar el impacto del dolor crónico en la calidad de vida, en lugar de cuantificar únicamente la gravedad de la afección primaria”. Las señales que pueden alarmar de que el perro sufre dolor crónico Un indicador bien reconocido de dolor agudo y crónico en perros es el cambio de comportamiento. Los signos notificados incluyen una reducción general de los niveles de actividad, cambio en el apetito, reducción de la calidad del sueño y cambio de la posición para dormir, alteración de la postura y cambios en la marcha que pueden incluir rigidez o cojera. Estos cambios se representan en el parámetro físico de la cuadrícula de evaluación del bienestar animal (AWAG). Por su parte, los factores psicológicos y ambientales que también se incluyen en la escala AWAG y que, según se informa en la literatura, son indicativos de dolor, incluyen agresión, cambios de personalidad, reducción de la sociabilidad y el juego, y renuencia o negativa a realizar conductas normales. En este sentido, los investigadores ponen de manifiesto que se han desarrollado muchas escalas para cuantificar la gravedad del dolor agudo. Sin embargo, no existe un gold standard, ya que la experiencia es única para cada individuo y debido a su naturaleza multidimensional. Esto presenta un desafío a la hora de evaluar el componente afectivo del dolor, ya que, idealmente, una evaluación integral debe considerar medidas fisiológicas, psicológicas, endocrinas, inmunológicas y conductuales, y esto puede verse agravado aún más por el sesgo del evaluador. Las escalas multidimensionales que se han desarrollado para su uso en perros incluyen la Escala de Medición Compuesta del Dolor de Glasgow (CMPS), la Escala de Dolor de la Universidad de Melbourne y la Escala de Dolor Agudo Canino de la Universidad Estatal de Colorado. En el dolor crónico canino, los estudios han destacado que el dueño es quien debe estar alerta al sufrimiento de su mascota, dado que los cambios de comportamiento pueden ser tan sutiles y graduales en su inicio que solo son evidentes para alguien muy familiarizado con él. Por ello, estos cambios de comportamiento sutiles pueden no ser obvios para los profesionales veterinarios en un entorno clínico donde pueden estar enmascarados por el miedo, la excitación o la ansiedad asociados con el entorno desconocido. Así pues, “es probable que los informes de los cuidadores sobre el cambio de comportamiento sean muy beneficiosos al evaluar el dolor crónico en un perro”, señalan los investigadores. No obstante, informan de que los tutores se centran en los cambios de comportamiento basados ​en el movimiento en sus perros y tienen dificultades para asociar los cambios de comportamiento con el dolor en los perros mayores, mientras que otros estudios han demostrado que cuando se utilizan herramientas de evaluación del dolor crónico estructuradas, los propietarios pueden no ser capaces de identificar los cambios de EL DOLOR CRÓNICO, A MENUDO, TIENE UN IMPACTO EN LA TOMA DE DECISIONES DE DIAGNÓSTICO Y TRATAMIENTO

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