61 muy frecuentes en los humanos que afectan al aparato respiratorio o digestivo que tienen menor incidencia en las mascotas, ya que factores predisponentes como el tabaquismo, el alcohol o la dieta no saludable no les afecta, o al menos no con tanta intensidad”. “En cambio –continúa–, los tumores de hueso son significativamente más comunes en perros (sobre todo de razas grandes o gigantes) que en personas, lo que permite que se puedan realizar estudios de oncología comparada muy importantes para el desarrollo de la medicina oncológica humana”. Un manejo integral El servicio de oncología en un hospital o centro veterinario especializado está diseñado para atender a perros y gatos –que son los animales que acuden en mayor medida– con diagnóstico de tumores, ofreciendo un manejo integral adaptado a cada caso. “Los oncólogos veterinarios desarrollan estrategias de tratamiento individualizado que pueden enfocarse en la curación o en la paliación, dependiendo del estado del paciente y las posibilidades del propietario o tutor”, explica la veterinaria. La especialista señala que, además, este servicio incluye la identificación de factores de riesgo, el seguimiento periódico para la detección de posibles recidivas o metástasis, y el asesoramiento sobre las opciones terapéuticas disponibles. “La atención oncológica puede variar desde la realización de un diagnóstico inicial con pruebas para el estadiaje clínico hasta tratamientos completos que incluyen cirugía, quimioterapia y/o electroquimioterapia”, enumera la doctora Rollón, que añade: “En otros casos, se ofrece una consulta oncológica para discutir el pronóstico y planificar tratamientos en función de diagnósticos previos realizados en sus centros veterinarios. Esta versatilidad permite abordar cada caso de manera individualizada, priorizando el bienestar del animal y teniendo en cuenta las decisiones del propietario y la viabilidad de los tratamientos propuestos”. Si el animal requiere de sesiones de quimioterapia, estas se diseñan de acuerdo con el tipo de cáncer y estado del paciente, determinando el protocolo más adecuado. Se administran en clínicas especializadas bajo una supervisión estricta para evitar exposiciones indeseadas. Para ello, explica la doctora, “siempre utilizamos sistemas cerrados de transferencia de fármacos para evitar el peligro potencial por manejo inadecuado”. Asimismo, explica que las vías de administración incluyen la intravenosa, oral o subcutánea, según el tipo de tumor. Para los casos en los que se administra el fármaco de manera intravenosa, “se coloca un catéter acoplado a un prolongador y llave de tres vías, verificando con suero fisiológico su correcta colocación, ya que muchos fármacos son altamente vesicantes si se extravasan, pudiendo producir necrosis tisular en el subcutáneo”. La especialista también detalla que su administración puede ser en bolo o mediante infusión con fluidos. “Algunos fármacos quimioterápicos pueden necesitar más tiempo para su correcta administración, lo que puede implicar la hospitalización del animal durante 24 horas. Siempre intentaremos que el paciente no permanezca mucho tiempo en el centro, evitando el mayor estrés posible”, apunta la veterinaria. “Los animales suelen tolerar bien los tratamientos, ya que utilizamos dosis más bajas que en oncología humana para minimizar los posibles efectos adversos (principalmente digestivos y hematológicos); de hecho, conseguimos que no aparezcan en un 75-80 % de los casos”, apunta la especialista, que agrega: “Nuestra premisa es controlar el cáncer, mejorar o mantener la calidad de vida del paciente y prolongar su supervivencia, siendo crucial realizar chequeos regulares para monitorizar la respuesta a la quimioterapia”. Qué tumores tratar Los factores que influyen en las decisiones terapéuticas, por ejemplo en qué tumores tratar y en cuáles no tratar, van a estar relacionados, explica la veterinaria, con el paciente (edad, carácter, estado general), con el tumor (estadio clínico, localización y comportamiento biológico) y con el propietario (grado de motivación, disponibilidad económica, beneficio esperado, consideraciones éticas y supervivencia posible). “En la consulta oncológica tendremos que tener una conversación fluida, honesta y clara con el tutor en la que le explicaremos cuál es el tratamiento de elección frente al tumor que padece su mascota, aunque también ofreceremos, siempre que sea posible, las diferentes opciones terapéuticas (tratamiento ideal, tratamiento alternativo, tratamiento paliativo, etcétera)”. Los factores económicos tienen, explica la veterinaria, “un peso fundamental y constituyen, evidentemente, una limitación, ya que algunos tratamientos oncológicos suelen ser costosos. Por lo que la decisión de tratar o no a una mascota dependerá de sus tutores y no de los veterinarios”. “Nosotros – continúa la veterinaria– debemos informarles, de forma sincera y realista, de todas las posibilidades terapéuticas y su precio; y ellos deben decidir, según el valor del tiempo adicional (supervivencia), si les merece la pena y si son capaces de abordar el tratamiento desde un punto de vista económico”. La veterinaria explica que, en general, el manejo de un paciente oncológico con un tumor agresivo y/o diseminado exige “tiempo y dinero”, ya que son necesarias consultas frecuentes, métodos diagnósticos avanzados y administración de tratamientos que pueden resultar caros. “Aunque algunos dueños están dispuestos a hacer grandes esfuerzos económicos, otros deben considerar opciones menos costosas o, incluso, optar por cuidados paliativos”, apunta.
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