IM VETERINARIA #57

70 Por su parte, la restricción del problema supone aplicar medidas inmediatas que prevengan mayores complicaciones mientras se trabaja hacia la resolución. Es decir, aquí el objetivo es que las medidas de restricción sean sólo una solución temporal, evitando siempre acciones amenazadoras (ya sean verbales o físicas), ya que, en este caso concreto, la disciplina sólo puede agravar la situación. Finalmente, la resolución del problema lleva implícito una serie de medidas encaminadas a la gestión a largo plazo del problema, de modo que se optimice la salud y el bienestar tanto de los gatos como de los dueños. Aquí es importante la gestión medioambiental, incluyendo el uso de feromonas sintéticas felinas para reintroducir con éxito a un nuevo miembro o la coexistencia sin tensiones significativas. Las técnicas de modificación del comportamiento, como la medicación psicoterapéutica o los medicamentos con o sin nutracéuticos, también pueden ser necesarias. Una tensión social en las relaciones entre gatos que puede manifestarse en forma de comportamientos de repulsión (por ejemplo, silbidos o golpes), aunque lo más común es que los gatos muestren inhibición en cuanto a sus comportamientos normales, es decir, inapetencia, inactividad, sueño alterado, falta de eliminación, etc. Y si bien reacciones como gruñir, golpear, perseguir e incluso el conflicto físico directo son signos muy evidentes de tensión social, los signos más sutiles también deben reconocerse y tienen que ver con mirar fijamente, alejarse, esconderse y bloquear. Asimismo, comportamientos de desplazamiento, como el acicalamiento excesivo, también pueden ser manifestaciones de tensión social, al igual que los comportamientos de marcaje, ya sea rascar muebles o alfombras, marcar con orina y/o cambios en los hábitos de ir al baño. Porque todos estos cambios de comportamiento, por muy sutiles que sean y muy difíciles de identificar, pueden tener un impacto en la salud emocional y el bienestar felino. De hecho, los gatos pueden sufrir angustia, sobre todo cuando el impacto de las emociones protectoras ya sea miedo, ansiedad, y/o dolor, exceden la capacidad de afrontamiento del gato, o enfermedades asociadas al estrés. Los expertos señalan que las especies sociales, como los perros, los caballos y las personas, cuando surge un conflicto, tienen la habilidad de apaciguar y reconciliarse para resolver las diferencias. En cambio, los gatos tienen menos conductas de reconciliación y no parecen ofrecer, en general, gestos a otros gatos para resolver la tensión surgida entre ellos. De tal manera que los gatos pueden obsesionarse y desarrollar el llamado “punto muerto”, sin que ninguno de los gatos tenga las habilidades necesarias para resolver el problema. Así, el principal medio que tienen los gatos para abordar los conflictos es la inhibición, evitarse entre ellos o los comportamientos de repulsión. Por ello, y debido a que los felinos tienen interacciones y relaciones tan complejas, muy difíciles de reparar una vez que se rompen, es tan importante identificar los signos de tensión lo antes posible. Eso sí, debe distinguirse cuándo se trata de conductas de juego o cuándo de conductas de pelea. Porque interpretar los comportamientos felinos con el objetivo de comprender las relaciones entre los gatos domésticos puede convertirse en un gran desafío, sobre todo si abordamos el tema de si los gatos están jugando bruscamente (comportamiento afiliativo) o se están peleando (comportamiento agonístico que requiere intervención). En este sentido, comportamientos como perseguir, luchar y morder pueden estar presentes en ambos escenarios, por lo que entra en escena el hecho de considerar las emociones y las motivaciones felinas al interpretar si los gatos están jugando o peleando. ¿Juegos o peleas? Un estudio reciente identificó una categoría “intermedia” entre el juego social y el agonismo entre los gatos, considerando que esa nueva categoría está más estrechamente asociada con juego y menos con conductas agonísticas. Es decir, si los gatos luchan sin vocalizar, lo más probable es que estén jugando, mientras que, si se persiguen, sobre todo si esa persecución no es mutua, y además vocalizan con episodios recurrentes de inactividad y contacto directo menos prolongado, lo más probable es que no estén jugando. De hecho, si un gato está tratando al otro como si fuera un objeto de juego o algo con lo que practicar habilidades depredadoras, lo más probable es que estén peleándose. A pesar del panorama tan negro que se describe, afortunadamente existen señales que describen claramente una buena relación entre gatos. Por ejemplo, los felinos que tienen un vínculo afectivo suelen dormir acurrucados o entrelazados. Asimismo, el acicalamiento, el frotamiento y el contacto de la nariz también son características de una relación afiliativa. Eso sí, el grado en que los gatos realizan estos comportamientos se correlaciona, por lo general, con la solidez de su relación. Por ello es importante enseñar a los cuidadores a buscar comportamientos afiliativos, ya que la ausencia de tales interacciones puede indicar tensión o poca tolerancia entre gatos. Sobre todo, porque, en muchas ocasiones, los cuidadores describen a sus gatos como “buenos amigos”, pero no tienen en cuenta que aspectos como que los gatos no se tocan la nariz, no se tocan mientras duermen, no se acicalan entre sí ni se acarician sugiere que la relación de los gatos no es tan buena como se cree. Existen diversas técnicas que los cuidadores pueden utilizar para prevenir y reducir la tensión entre los felinos. Así, por ejemplo, cabe señalar que los gatos con un gran impulso de juego suelen molestar a los gatos mayores o más tímidos. En este sentido, dos o más sesiones de juego diarias iniciadas por el cuidador, con un tiempo de alrededor de cinco minutos, pueden ayudar a canalizar el exceso de energía lúdica hacia los juguetes. Así como colocarle al gato que muestra conductas agonísticas un collar seguro para gatos con una pequeña campana que emita un ruido bajo, lo cual proporcionará una señal de advertencia para los otros gatos. De igual manera, una pequeña segregación diaria de aquellos gatos que muestran conductas agonísticas puede proporcionar períodos de descanso; para ello, el dueño debe asegurar-

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