IM VETERINARIA #54

7 Es por ello que este estudio, desde su punto de vista, “sienta los cimientos necesarios para entender la realidad del día a día sobre la salud mental de los veterinarios”. Millán considera que “se trata del primer paso para intentar dar solución a esta problemática. A partir de ahí, lo siguiente será empezar a establecer medidas que ayuden a estos profesionales sanitarios y que puedan mejorar su calidad de vida personal y en el trabajo”. Foco del problema Como se desprende del estudio, la profesión veterinaria muestra unos índices muy preocupantes de problemas relacionados con la salud mental. Al respecto, esta experta incide en el estrés que soportan a diario, generado por diversos factores, entre los que destaca el elevado nivel de autoexigencia en el desempeño de su labor, la doble carga de trabajo que supone atender al cliente y al paciente, muchas veces en solitario, sumado al estrés de la gestión clínica, la escasa valoración social hacia la profesión, tanto por parte de los usuarios de sus servicios como de las instituciones y la falta de apoyo tanto de los usuarios como de las instituciones. En este sentido, considera que “el nivel de autoexigencia en el desempeño de nuestra profesión añade un nivel de estrés interno muy importante”. Además, se percibe una sensación de falta de valoración social hacia los veterinarios, tal como indica. “En muchas ocasiones, no nos conciben como sanitarios. Ya se vio en la pandemia que las autoridades sanitarias no nos consideraron al mismo nivel que otras profesiones, máxime teniendo en cuenta que, de acuerdo con el concepto One Health, el veterinario tiene que ser uno de los pilares tal como establece la OMS”, subraya Millán. A ello suma, “la desbordante carga de trabajo que sufrimos los veterinarios. Por un lado, tenemos que atender al cliente que viene con una mascota enferma a la que tenemos que tratar, a lo que se une unos sueldos, por lo general, bajos para el nivel de formación y de implicación que tenemos”. Comparado con otros estudios realizados en el entorno europeo, Millán señala que “los niveles de estrés son muy similares en nuestros colegas europeos. En concreto, si hay diferencias, estas pueden venir marcadas por los sueldos que perciben los veterinarios españoles y por el reconocimiento social, ambos inferiores que en otros países, por ejemplo en EE. UU., donde el reconocimiento social es altísimo”. Desde su punto de vista son los factores diferenciales más destacados. Colectivos más afectados Sin embargo, la situación no perjudica por igual a toda la comunidad veterinaria: “Son las mujeres, los más jóvenes y los que trabajan como autónomos los que presentan una peor situación”. “El hecho de que las mujeres se encuentren entre los más afectados tiene que ver con que la profesión veterinaria se está feminizando a un fuerte ritmo, tanto a nivel de estudiantes como de personal en clínicas veterinarias, superando ya al de hombres. Por tanto, a la hora de estudiar la salud mental, se observa un mayor número de afectadas, con mucho más esfuerzo por conciliar la vida familiar y profesional, algo que el cliente de las clínicas le cuesta asumir”, a juicio de Millán. A ello se suma, bajo su punto de vista, que “la mujer veterinaria es más empática, contacta más fácilmente con las emociones de los tutores de las mascotas e, incluso, algunas de las entrevistadas para el estudio se refirieron a la percepción de un mayor nivel de agresividad por parte del cliente al ser atendidos por ellas, en comparación a sus compañeros varones”. Del estudio se deriva, además, que los más afectados son los que se dedican a la clínica de pequeños animales, “lo que no quita que otros grupos ten- “EL NIVEL DE AUTOEXIGENCIA EN EL DESEMPEÑO DE NUESTRA PROFESIÓN AÑADE UN NIVEL DE ESTRÉS INTERNO MUY IMPORTANTE” gan también este problema, tales como los inspectores sanitarios, además de veterinarios dedicados a grandes animales que, aunque muestran menos estrés que los que se ocupan de las mascotas, se mantienen por encima del punto medio de la escala”, según indica. Desafíos En su opinión, los desafíos a los que actualmente se enfrenta la profesión de veterinaria “van de la mano, fundamentalmente, del cambio social al que asistimos. En este sentido, la mascota está adquiriendo un importante papel dentro de las familias, lo que implica que el cliente es muy demandante. Los veterinarios tenemos que adaptarnos a esa realidad social en la que cada vez tenemos más mascotas con mayor importancia dentro de las familias”. A pesar de todos los obstáculos a los que hay que enfrentarse, Millán se reafirma en, a su juicio, ‘la grandeza de la profesión veterinaria’. “Sigue siendo una de las más gratificantes del mundo. Pese a los desafíos y las dificultades que enfrentamos, el privilegio de trabajar en estrecha colaboración con estos seres maravillosos y sus familias es incomparable”, valora. Asimismo, desea transmitir a todos los compañeros “que no están solos. Todos pasamos por situaciones muy parecidas. Sin embargo, hay que empezar a hablar de todo ello para apoyarnos los unos a los otros. Creer que el problema es a título individual hace que uno se sienta peor, mientras que cuando se sabe que es compartido, se hace más fuerza para mejorar la situación. Todos juntos podemos trabajar para construir un futuro donde el cuidado por los animales sean el centro de nuestra práctica veterinaria, en armonía con las necesidades y expectativas de una sociedad en constante cambio”, concluye.

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