IM VETERINARIA #52

10 tualidad. Y aunque esto resulta ser muy positivo, también es cierto que, de la misma manera, eleva el grado de exigencia y expone al veterinario a mayores conflictos morales. Porque estos profesionales sufren también, como médicos o enfermeros, tanto el síndrome del burnout, es decir, el “estar quemado”, como el estrés laboral, lo que cual puede afectar negativamente a su productividad y a su capacidad de trabajo. Por otro lado, hay que tener en cuenta que los animales no se benefician de la sanidad universal, esto es un componente único para las personas, lo cual, unido a otros factores laborales propios del colectivo, “genera situaciones de tensión añadidas, de desgaste, que son muy distintas en nuestra profesión”, matiza el codirector del informe. Porque, según este estudio, la exposición frecuente al sufrimiento, a la muerte y al duelo, en ocasiones, pero también a la crueldad y al trato no responsable con los animales, en otras tantas, unido a las dificultades financieras que en muchas ocasiones se dan para asumir el coste de los tratamientos, expone constantemente al veterinario a dilemas éticos. Todo ello, junto con la propia cultura de entrega y de sacrificio vocacional alentada por la propia profesión, “son factores de riesgo que alimentan ese concepto de fatiga por compasión que tanto afecta al veterinario”. Estrés mental y laboral En este sentido, y para tratar de ayudar a los profesionales veterinarios, el doctor Fatjó Ríos, durante la presentación del proyecto “Calidad de Vida”, reclamó a las facultades de Veterinaria incluir en sus temarios asignaturas sobre cómo afrontar estas situaciones emocionales, a la vez que instó a las asociaciones y colegios a actuar preventivamente en auxilio de estos profesionales. En este contexto, cabe señalar que el ICOVV mantiene desde hace años un programa que facilita a los colegiados que así lo soliciten una primera consulta gratuita con un gabinete psicológico especializado. Con todo ello, y dado que, según el propio informe, la ayuda externa con otros veterinarios que conozcan esta problemática es clave, se pretende ampliar este plan y se está planteando la posibilidad de crear “redes de atención” formadas por colegiados con experiencia en este terreno. El objetivo principal es detectar antes, prevenir y encauzar mejor las situaciones que se puedan plantear. De hecho, este es uno de los objetivos de la certificación AVEPA-Vetbonds, que dedica uno de sus módulos a la prevención de la “fatiga por compasión”, de tal manera que los profesionales con esta certificación constituirían una primera línea de intervención para visibilizar el problema, poner en marcha estrategias preventivas y facilitar el acceso de los afectados a profesionales de la salud mental. Finalmente, como señalan desde AVEPA, las respuestas dadas por los participantes del estudio a situaciones cotidianas de la profesión ilustran que el fenómeno de la “fatiga por compasión” se origina, en parte, por la situación laboral de los veterinarios clínicos. Es decir, más allá de las condiciones salariales precarias en comparación con cualquier otro profesional sanitario, el informe ponía de manifiesto algunos datos reveladores. Por ejemplo que hasta un 25% de los encuestados reconocía que, por causa de su trabajo, no podía atender adecuadamente a las personas que dependen de él/ella; un 42% decía sentirse casi siempre o siempre moralmente obligado a atender a un animal enfermo aunque sus cuidadores no puedan/quieran pagar el tratamiento; un 70% reconocía que al menos dos o tres días por semana trabajaba más horas que las convenidas y en el 83% de los casos tales horas no estaban remuneradas e, incluso, un 70% de los encuestados advertía que cada día, o varias veces por semana, dedicaba parte de su tiempo libre a tareas vinculadas a su profesión. El Colegio de Veterinarios de Valencia cuenta con un programa que facilita a los colegiados que lo soliciten una primera consulta gratuita con un gabinete psicológico especializado

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