IM VETERINARIA #49

72 im veterinaria las estancias hospitalarias, las consultas de pediatría o los debuts de diabetes infantil. Todas ellas tienen como finalidad atender a las necesidades que, tanto pacientes como profesionales, puedan presentar por medio de la participación de una unidad de intervención (equipo humano y canino). La presencia de un perro durante determinadas intervenciones también pretende ayudar a los profesionales médicos y enfermeros a abordar actuaciones más invasivas y específicas. En estos casos, la participación del perro de intervención no solo facilitará un asentamiento de los diferentes procesos a realizar, sino que también ayudará a establecer estados de calma ante estas manipulaciones”, concluye Máximo Bocanegra. Por ejemplo, a Gisela le encanta estar tumbada junto a los niños y niñas, lo cual, según los expertos participantes al programa es una gran habilidad para este tipo de intervenciones. “Pero una de sus grandes cualidades es que, incluso en situaciones de tensión, es capaz de mantener la calma e inducirles la calma que ella misma mantiene”, afirma la directora de la Cátedra. En cambio, a Piruleta le encanta acercarse cuidadosamente respetando los espacios de los menores y su pequeño tamaño facilita que pueda ser cogida en brazos por su guía o situarla en una posición próxima a los menores (sin ser invasiva), “de tal manera que, por ejemplo, las extracciones u otras pruebas son menos estresantes para ellos”. Otro animal participante en esta iniciativa es Bourbon, que acude al Hospital Reina Sofía. Se trata de un perro muy tranquilo, que acepta muy bien el tipo de ambiente hospitalario (ruidos, gente que pasa, olores, etc.), al que le gusta el contacto con los niños y que incluso pide más caricias cuando los niños paran. “Próximamente se incorporarán Leo y Toby, que se están preparando para entrar en el proyecto e, igualmente, les gusta mucho el contacto con la gente y saben gestionar muy bien el entorno”, concluye. Proyectos en marcha De momento, el programa ‘Huellas en el Corazón’, de la Cátedra Institucional de Investigación Animales y Sociedad de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, ha sido implementado en los dos centros hospitalarios a los que hacíamos referencia, por lo que preguntamos a la directora Nuria Máximo si se prevé extenderlo a otros centros andaluces o del resto de España. “Desde la Cátedra siempre estamos dispuestos a diseñar e implementar este tipo de proyectos. Concretamente, esto sería posible junto a Perruneando en Andalucía y en otras comunidades, ya que esta entidad cuenta con delegaciones en más de 13 provincias españolas. Asimismo, los hospitales son cada vez más receptivos y cuando lo conocen demandan este tipo de actuaciones en otras áreas”, afirma. Pero, como en otros muchos proyectos de esta índole o de cualquier otra, el gran problema es la financiación. “El tema de la financiación es algo que, por el momento, se ha de buscar de modo privado, ya que las consejerías de sanidad (u organismo similar en cada comunidad) no las están financiando”, -matiza Máximo Bocanegra-, “aunque tenemos varios proyectos para comenzar, algunos de ellos en hospitales adscritos al Reina Sofía como, por ejemplo, en la Unidad de Salud mental infanto-juvenil del Hospital Los Morales de Córdoba. Y también se está valorando la posible ampliación a la UCI de adultos, la pediátrica, la sala de espera del centro sanitario Carlos Castilla del Pino, así como en áreas de trabajo con pacientes paliativos”. Por ello, la directora de la Cátedra Institucional de Investigación Animales y Sociedad reclama una apuesta “decidida y real” por parte de las administraciones sanitarias, locales o gubernamentales para que este tipo de programas se lleven a cabo. “Y que, obviamente, esa apuesta pase por financiar este tipo de programas. Los proyectos hospitalarios desarrollados en nuestro país se mantienen gracias a financiación que, en muchas ocasiones, consiguen los propios trabajadores de los proyectos. Asumir que las IAA tienen un valor terapéutico y social es básico para construir marcos legales que las protejan y las promocionen. El problema es que, hoy por hoy, no deja de ser una anécdota más que escuchamos en la radio o leemos en prensa, no nos creemos realmente los beneficios. Si así fuera, la ciudadanía en general, entre todos, lo estaríamos reclamando”. Eso sí, junto a esta financiación también resulta muy necesaria la regulación de todo este tipo de proyectos e iniciativas, que velen por cuidar todos los aspectos legales y sanitarios que lo hacen posible. “Las IAA en nuestro país no tienen regulación alguna, no hay registro de personas capacitadas ni de animales, por lo que, actualmente, existe un vacío legal al respecto que, ante una demanda creciente, podría generar problemas si no se selecciona bien a los equipos humano-animales”, puntualiza. “Asumir que las IAA tienen un valor terapéutico y social es básico para construir marcos legales que las protejan y las promocionen”

RkJQdWJsaXNoZXIy NTI5ODA=