10 im veterinaria Y es que, para la fundadora de Vetformación, una vez obtenida la primera cualificación, y como en cualquier otro trabajo, la motivación es la clave para ser un buen profesional. “Esta motivación puede pasar por una buena definición del puesto de trabajo y definir las funciones a realizar, una comunicación constante y asertiva, una formación continuada y especializada, un buen ambiente de trabajo, proporcionar los medios para poder desarrollarse, plan de carrera y desarrollo en la empresa, política de retribución atractiva... y un largo etcétera que daría para mucho”. Una profesión al alza Durante los últimos años ha aumentado el número de personas que quieren formarse como auxiliares clínicos, una demanda que, en su opinión, se debe a la suma de varios factores. El primero es la tendencia en todo el sector del animal de compañía, ya que “hay un claro aumento en el número de mascotas y, especialmente, en la dedicación hacia ellas; alimentación, cuidados clínicos, complementos... y la formación no es una excepción”. El segundo punto que detalla es que estamos viendo un porcentaje elevado de alumnos de instituto que no quieren continuar sus estudios en Bachillerato o Universidad y quieren dedicarse a los cuidados de mascotas. A la vez, “las notas de acceso de las licenciaturas cada vez son más exigentes, lo que se traduce en un elevado número de personas que no pueden acceder al grado y optan por alternativas”. Asimismo, cuentan en la escuela con un gran grupo de estudiantes que, “si bien está trabajando y hasta incluso pueden tener titulaciones superiores, prefieren elegir trabajos que les motiven y les aporten la ilusión que no encuentran en sus oficios actuales”. Y, aunque puntualiza que no es lo más frecuente, la formadora revela que también hay casos que lo hacen por conocimiento personal. “Sienten una gran estima hacia los animales y quieren saber más de su mascota, de poder ayudar o contribuir en tareas como las protectoras o similares, etc.” De hecho, Lara Domènech considera que la profesión que enseña es tan atractiva porque permite trabajar con un contacto directo con las mascotas, lo cual se traduce en una satisfacción muy intensa. En palabras de la experta, “poder entregar a sus tutores una mascota que dos-tres días antes estaba casi bordeando la muerte, mientras ves la reacción en la consulta, moviendo su cola, y la sonrisa y los mimos que se entregan mutuamente, compensa cualquier situación vivida anteriormente donde la tensión, el estrés, la falta de sueño o el sacrificio de formarse constantemente son los protagonistas”. Sin embargo, su labor todavía no está suficientemente reconocida. Bajo su punto de vista, “estamos todavía en unos tiempos donde los auxiliares en muchos centros son considerados meramente recepcionistas o personal de limpieza, e incluso se eligen por su simpatía o su relación personal con algún posible familiar en lugar de su capacidad técnica”. Pese a todo, puntualiza, “estamos percatando que poco a poco se le está dando la importancia que tiene, que es mucha”. Explica que eso ya se está viendo en los hospitales y las clínicas grandes, “que una vez tienen los servicios veterinarios básicos cubiertos, su crecimiento de recursos humanos ya es con una clara tendencia a los auxiliares veterinarios y personal de atención al cliente”. Su impresión es que esta percepción se irá extendiendo como mancha de aceite en todos los centros, y será habitual encontrar centros con mucho más personal auxiliar que veterinarios clínicos. Pero el hecho de que actualmente no exista una formación reglada y mucha disparidad de centros formativos, lamenta Domènech, “no ayuda a posicionar la figura como se merece”. “Si a esto le sumamos la poca tendencia a delegar por parte de los gerentes veterinarios, así como a las condiciones laborales de cierta precariedad que se ofrecen al veterinario y que en muchas ocasiones distan poco de las mínimas que puede recibir un trabajador auxiliar, hace que la mirada hacía el colectivo no sea de confianza”, remarca. Con las mismas, los auxiliares se enfrentan a algo parecido al intrusismo laboral, o más bien a “personas que, con su mejor de las intenciones, no han sido correctamente formadas y se aventuran a encontrar trabajo”. “Es una profesión eminentemente práctica y, si bien se necesita de una base teórica importante, no se puede basar toda la formación recibida en unas clases teóricas recibidas o unos apuntes virtuales y, en el mejor de los casos, pocas horas realizadas en cualquier centro”, esgrime la especialista. Para que no queden dudas, desarrolla la diferencia entre un asistente técnico veterinario y un auxiliar de clínica veterinaria, uno de los aspectos que genera más dudas entre los alumnos. Y para responder, recurre otra vez a la falta de formación reglada. Ello ha llevado a que, durante muchos años, todo tipo de escuelas, academias, centros formativo y empresas de formación hayan visto una oportunidad de negocio, o de facturación, introduciendo una cartera de estudios muy grande y El auxiliar de veterinaria “es una pieza clave para este cambio que poco a poco se está empezando a gestar en la profesión”
RkJQdWJsaXNoZXIy NTI5ODA=