Se llamaba Hugo y se fue antes de cumplir los 14 años. Era el perro de la veterinaria Mercedes González Fernández de Castro: "Me tocó pasar a ese otro lado: a ser la propietaria de un perro que se puso enfermo, que tuvo un cáncer. Que lo tuve que cuidar como tal, a pesar de tener conocimientos veterinarios. Y me enfrenté a esas dificultades a las que se enfrentan los propietarios, a esas dudas… y me tocó resolverlos", explica por videollamada a IM Veterinaria.

Después de dormirlo, llegó el periodo de duelo, la reflexión y la idea de por qué no recopilar toda su experiencia propia, pero también la de muchos propietarios de otros perros que vivieron antes que ella esos momentos, para ayudar "a otras personas que pasaran por este proceso y brindárselo en forma de un libro que pueden consultar": así surge `Antes de que te vayas: Cómo cuidar de tu perro cuando se hace mayor´, publicado a finales de febrero de este año y del que es autora.

La parte geriátrica de los animales de compañía, en su vertiente clínica, genera cada vez más interés debido a las enfermedades que empiezan a ser más comunes, gracias también a la mayor esperanza de vida tanto de perros como de gatos. Sin ir más lejos, el tema principal de Vetmadrid 2022 fue la medicina y cirugía en animales geriátricos.

Donde González se encontró "muchas lagunas" fue a la hora de "divulgar la edad avanzada hacia los lectores del público general que pueden estar interesados". Ese fue uno de los motivos de peso que impulsó la redacción de esta obra, para la que hizo un rastreo por la bibliografía existente al respecto, con el resultado de que la mayoría de los libros dedicados a perros sénior "no están escritos por veterinarios, sorprendentemente".

Más allá de la parte meramente científica, la autora engloba una "visión general" del envejecimiento de un perro y ahonda en aspectos más emocionales, como el vínculo entre persona y animal de compañía y la propia gestión de esos sentimientos, algo que no se llega a abordar desde el profesional por el nulo o escaso conocimiento que tiene, basado solo en la experiencia en consulta con los propietarios.

Un mes

Fue un mes después de dormir a Hugo cuando empezó la redacción del libro. Si algo le motivó en especial, fue pensar que este proyecto podía "ayudar a otras personas a que esto fuese un poco más fácil", que de hecho tuvo un efecto "muy terapéutico" en la profesional. "Además, era algo así como darle un propósito a la vida, la enfermedad y la muerte de mi perro. Y de alguna manera sigue presente y está ayudando a otros", le reconforta pensar.

Antes de la despedida, hubo un periodo de aprendizaje junto a él y, cómo no, de dudas. "Me pasa lo que le pasa a muchas personas cuando hablo con ellas, que a lo largo de su vida también tenía ese vértigo de `cuando se haga mayor o qué nos pasará a los dos cuando el llegue a esa etapa, y si lo tengo que sacrificar…". Pero tener al lado a Hugo le enseñó, reconoce, "que todo es un proceso natural y que nos podemos llegar a comunicar de tal manera que nos podemos entender. El perro te comunica cuándo no está bien; te comunica cuándo necesita irse". Quizá ese es uno de los momentos "más complicados".

La hora de saber que tu compañero pide que le dejes ir es otro de los puntos de inflexión llenos de dudas. "Sí que es verdad que si estás atento a tu perro, porque la sincronización, la comunicación es tan brutal con el perro que lo acabas sabiendo", insiste. En esencia, a través del "amor que tienes con tu perro", ese momento es "un acto de generosidad" para evitar que sufra y que esté bien, cuenta González.

"Con lo cual, le agradezco el haber estado con él toda su vida. Y en los últimos meses, cuando su proceso patológico fue más fuerte, lo que él me enseñó fue a disfrutar la vida en cada momento, a disfrutar de los últimos momentos que estuvo conmigo. Mientras estaba bien, paseábamos, estábamos bien. Y cuando no se puede más, no se puede más. Nos hemos querido, nos despedimos. La despedida es muy fuerte, triste, muy desgarradora, y también me ha enseñado que se puede superar. También es parte del mensaje que lleva el libro".

Beneficios

Al mismo tiempo, tener al lado a un perro sénior tiene enormes beneficios para el propietario. El hecho de que, por ejemplo, el animal de compañía esté ahí "a lo largo de los años y se muera de viejo" brinda la satisfacción de haber compartido "toda su vida" y devolverle, de alguna manera, "lo que el perrote ha dado, que también ha sido mucho".

De ahí se desprenden, detecta la autora, gratitud y oportunidad de aprender, a través del perro, "a llevar la vejez y el final de la vida con otra forma de entender la vida: con calma, con dignidad, sin comerse la cabeza de lo que hay detrás… ellos viven el momento y ya está. Podemos aprender mucho de ellos", razona.

En definitiva, el libro busca también quitar "el miedo a esta etapa" y normalizar que el perro busca otro ritmo de vida distinto al que tenía antes. Aparecen también enfermedades (la osteoartritis es la más común; pero aumenta la prevalencia de otras, como el cáncer, debido al mayor envejecimiento) o discapacidades; les cambia el comportamiento y han de recibir medicación. Todo obliga a "cambiar las rutinas y los hábitos".

Y, al mismo tiempo, "aportar información" para saber cómo afrontar cada paso "de manera natural" para que quien viva esas situaciones "sepa a lo que se enfrenta". González habla del libro también como una "guía" (no exhaustiva, sin entrar al detalle) en la que, espera, los propietarios se puedan apoyar. Asimismo, que haga las veces de "un manual de consulta" con "trucos muy sencillos" como elaborar una planilla en casa o tener un diario donde "apuntar todo lo que está pasando cada día con el perro" para, cuando se acuda a consulta, aportar esa valiosa información al veterinario. "Y esto casi nadie lo tiene en cuenta. Cosas del día a día que les puedan hacer la vida más fácil a las personas", apunta.

Adopción

Sobre esta cuestión hay otro tabú que derribar: las reticencias a adoptar un animal sénior. "Esto lo cuentan las propias protectoras", señala González, que se refiere a motivos como que vivirá menos tiempo o porque las personas que los visitan suponen que serán perros "que ya vienen con patologías". Este último, un prejuicio que desmonta: "No es necesariamente así. Puedes adoptar un sénior que esté sano".

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