La anemia por hemoplasmas felinos es un término usado para describir la enfermedad causada por una bacteria parásito llamada Hemobartonella felis que vive en la superficie de los glóbulos rojos. El daño estructural resultante de su presencia puede causar anemia si los glóbulos rojos son destruidos, aunque también puede ser ...
La anemia por hemoplasmas felinos es un término usado para describir la enfermedad causada por una bacteria parásito llamada Hemobartonella felis que vive en la superficie de los glóbulos rojos. El daño estructural resultante de su presencia puede causar anemia si los glóbulos rojos son destruidos, aunque también puede ser el propio sistema inmune del gato el que cause la destrucción de los glóbulos rojos al intentar matar al parásito unido a ellos. Los síntomas clínicos normalmente reflejan la anemia resultante. Los gatos que se han infectado pueden ser portadores de la enfermedad el resto de su vida.
Dos especies
Se ha descubierto que realmente hay dos especies de Hemobartonella que infectan a los gatos. Estas especies se conocen en general como hemoplasmas felinos y los nombres que han recibido son Mycoplasma haemofelis y Candidatus Mycoplasma haemominutum. Es importante conocer las diferencias entre estas dos especies porque tienen efectos diferentes en los gatos. M. haemofelis (a veces llamado la variedad grande) normalmente produce anemia, mientras que Candidatus M. haemominutum (conocido como la variedad pequeña) habitualmente no produce ningún síntoma clínico.
¿Quién está en riesgo?
Los gatos adultos sin pedigrí son los que tienen mayores posibilidades de estar infectados, y las peleas se cree que son una de las maneras más frecuentes de transmisión. Los gatos con pulgas también pueden tener un mayor riesgo de infección porque éstas pueden transmitir la enfermedad entre gatos. M. haemofelis causa anemia en gatos sanos. Candidatus M. haemominutum se cree que es un patógeno oportunista, causando enfermedad sólo en gatos que están inmunosuprimidos o debilitados debido a otras enfermedades, ya que se ha demostrado que gatos infectados con el virus de la leucemia felina (FeLV) o el virus de la inmunodeficiencia felina (FIV) pueden tener anemia por su causa.
Síntomas clínicos
La infección por M. haemofelis causa anemia que puede ir acompañada de fiebre en las fases iniciales de la enfermedad. Los síntomas clínicos de anemia incluyen cansancio, depresión, disminución de apetito y palidez de mucosas. Puede haber pérdida de peso y algunos gatos también muestran síntomas respiratorios. Estos síntomas clínicos pueden ser vistos con una gran variedad de enfermedades que causan anemia, y no son específicos de la infección por hemoplasmas. Otros síntomas pueden ser aumento de tamaño del bazo (esplenomegalia) y de los ganglios linfáticos.
Tratamiento
La anemia de origen infeccioso se trata con antibióticos. La doxiciclina es el que se usa habitualmente y se administra de 3 a 4 semanas. También puede usarse la enrofloxacina. Los corticoides se usan en conjunción con los antibióticos para suprimir la destrucción inmunomediada de los glóbulos rojos si se cree necesario. La PCR puede ser usada para monitorizar la eficacia del tratamiento. En gatos que se presentan con anemia aguda puede ser necesaria una transfusión sanguínea. También son importantes el tratamiento de soporte para que el gato empiece a comer cuanto antes, y rehidratación en los animales que lo necesiten.
Portadores
Se ha demostrado que aunque los antibióticos son eficaces tratando la anemia, no siempre se consigue eliminar la infección y algunos gatos pueden ser portadores durante un largo período de tiempo. Estos gatos están sanos aparentemente, pero en situaciones de estrés pueden sufrir una recaída de la enfermedad.
Diseminación de la infección
Todavía no se conoce con exactitud cómo se diseminan los hemoplasmas entre gatos. Se sabe que incluso gatitos muy jóvenes pueden estar infectados, lo que implica que hay una transmisión vertical por parte de la madre. Además, se ha demostrado que tanto las peleas ente gatos como las pulgas están implicadas en la transmisión de la infección. Sin embargo, no parece que la saliva y la orina puedan contagiar la enfermedad, y se ha comprobado que gatos infectados y no infectados han vivido juntos períodos largos de tiempo sin que haya evidencia de transmisión de la enfermedad entre ellos. Otras posibles formas de transmisión son la ingestión de sangre infectada (por ejemplo, a través de mordeduras) o su inyección (a través de transfusiones de sangre de gatos donantes infectados).
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