La leishmaniosis canina es una enfermedad vectorial causada por protozoos del género Leishmania que afecta a perros en todos los continentes excepto en Oceanía, con un gran impacto en medicina veterinaria y también en la salud humana. Se estima que, de unos 15 millones de perros que hay en el ...
La leishmaniosis canina es una enfermedad vectorial causada por protozoos del género Leishmania que afecta a perros en todos los continentes excepto en Oceanía, con un gran impacto en medicina veterinaria y también en la salud humana. Se estima que, de unos 15 millones de perros que hay en el mundo, alrededor de 2,5 podrían estar infectados en la cuenca mediterránea. Según los últimos datos del Centro Nacional de Epidemiología, cada año se notifican 141 casos nuevos en España, y la enfermedad afecta principalmente a los perros, aunque cada vez se están detectando más casos en gatos debido al aumento de felinos como animales de compañía.
"Cada vez vemos más gatos en las consultas veterinarias, por lo que se están documentando casos en este animal", afirma Rosa Lázaro, veterinaria y responsable del Servicio de Dermatología de AniCura Asturpet Hospital Veterinario. El desarrollo de la Medicina Felina y de los gatos como animal de compañía han hecho que en los últimos años se haya podido documentar más casos de Leishmania en gatos aunque, de momento, su incidencia es baja, entre el 3% y el 26%, dependiendo de las zonas de España.
En nuestro país, el principal número de casos de leishmaniosis se produce en la Comunidad Valenciana, seguida por Madrid, Cataluña y la zona del Bierzo, en León, si bien es cierto, que cada vez se dan más casos en otras zonas de España, debido al aumento de desplazamientos entre unas comunidades y otras.
La leishmaniosis se transmite por la picadura de un flebotomo, insecto parecido al mosquito, y puede afectar tanto a animales como a personas, siendo las alteraciones de la piel el síntoma más llamativo, aunque el adelgazamiento, la apatía o el no querer salir a la calle también nos pueden hacer sospechar que nuestra mascota padece la enfermedad. Si no se trata a tiempo, la enfermedad puede afectar órganos vitales, aunque en humanos la enfermedad no es tan grave como en animales y solo suele provocar alteraciones en la piel o en las mucosas. Aun con tratamiento, los animales enfermos pueden no responder y tener un fatal desenlace, y debemos distinguir entre animales portadores y animales clínicamente enfermos, que son los que van a necesitar tratamiento.
Qué podemos hacer para proteger a nuestra mascota
Con respecto a la prevención frente a la leishmaniosis canina, no existe una única medida preventiva 100% eficaz. Se basa en la combinación de diferentes medidas, en función del riesgo de contagio:
- Evitar las salidas con tu mascota al atardecer ya que es cuando más flebotomos hay en el ambiente.
- Instalar mosquiteras en las ventanas para evitar que los mosquitos entren en nuestro hogar.
- Si vas a viajar a zonas de riesgo, lo ideal es proteger al animal con collares insecticidas o pipetas, un repelente de técnica "spot on", que se aplica sobre la piel.
- Si vives en las zonas donde más leishmaniosis hay, vacunar al animal según el calendario vacunal que nos sugiera nuestro veterinario, y administrarle algún medicamento que potencie la inmunidad y pueden reducir el riesgo de desarrollar la enfermedad.
- Es fundamental reducir la exposición a la picadura utilizando productos insecticidas y repelentes en el perro y el ambiente.
Yako y la importancia de un diagnóstico a tiempo
El caso de Yako es especial por la forma de presentarse y la zona donde se diagnosticó que en un principio no era endémica. Este mestizo de American Staffordshire Terrier había vivido algún tiempo en la Comunidad Valenciana y ahora vive en Asturias. Acarreaba desde hacía tiempo una conjuntivitis y una dermatitis recurrente que no respondía del todo bien a los tratamientos y había ido a peor en los últimos meses. Había tenido episodios previos de uñas frágiles y quebradizas cada cierto tiempo y su dueño había notado que jugaba menos y lo encontraba más cansado de lo habitual.
"Las pápulas y costras en pabellones auriculares y la cabeza con las que llegó a la clínica, además de los resultados de la analítica realizada y la pérdida de peso, nos hizo sospechar y procedimos a realizar una citología de las lesiones que cursaba", afirma Rosa Lázaro. "Esta técnica de diagnóstico es fácil de llevar a cabo en la consulta. Pueden tomarse muestras de ganglios, medula ósea, bazo. Solo se necesita un microscopio y experiencia en identificar el parasito. Es habitual pinchar ganglios y medula ósea para tomar muestras, pero a Yako le tomamos la muestra de las pápulas y costras que presentaba en la cabeza ya que en el resto del cuerpo no presentaba lesiones", concluye la veterinaria. Gracias a este método de diagnóstico se pudo confirmar la enfermedad al visualizar al parásito y ponerle tratamiento lo antes posible. Hace ya dos años que Yako está recuperado, pero sigue las revisiones de su veterinario y mantiene un tratamiento con estimuladores de la inmunidad.