"El origen de los problemas de comportamiento y de conducta de los perros siempre responde a un problema raíz que muchas veces no comprendemos", comenta Sonia Losada, experta en comportamiento canino desde 2010 y creadora del podcast 'Hablemos de perros'. Por ejemplo, los comportamientos indeseables para las familias, como ladridos, ...
"El origen de los problemas de comportamiento y de conducta de los perros siempre responde a un problema raíz que muchas veces no comprendemos", comenta Sonia Losada, experta en comportamiento canino desde 2010 y creadora del podcast 'Hablemos de perros'. Por ejemplo, los comportamientos indeseables para las familias, como ladridos, romper objetos o mordiscos, suelen responder a altos niveles de estrés y miedo. Pero, en muchas ocasiones, estas emociones caninas, con claros síntomas estudiados durante años, son desconocidas para las familias, "lo que lleva a enfados con sus perros por 'portarse mal' y empeora el problema". Porque de lo que se trata es de buscar el equilibrio entre la relación humana y canina para poder disfrutar de una convivencia perfecta con la mascota, lo que evitaría muchas situaciones de abandono. "Si tuviera que resumir un origen común a los problemas de conducta, ese sería el desconocimiento", apunta Losada, y añade: "De ahí que resulte fundamental conocer a ese miembro de la familia de una especie diferente a la nuestra y no pretender educar a un perro con reglas humanas".
Convivir o no con un perro es una decisión que tomamos libremente, pero es cierto que, una vez elegida esa decisión, debemos ser conscientes de lo que supone y comprometernos a hacer a ese animal feliz durante toda su vida y proporcionarle una calidad de vida y bienestar. Además de cuidar de su salud. "No me parece justo echar la culpa a un perro por portarse mal y que, al final, termine en una perrera. El animal no ha podido elegir su familia y lo hace todo lo mejor que puede y sabe, con las herramientas que dispone", aclara. Porque el papel principal del tutor es aportar al perro las herramientas necesarias para solucionar ese problema de conducta. En ocasiones el perro es adoptado y ya presenta problemas de conducta de su vida anterior, "pero, otras veces, si la familia tiene al perro desde cachorro y presenta problemas de conducta, sin duda la familia ha sido, en gran medida, responsable de esas complicaciones. Probar consejos de personas sin formación suele ser un patrón común en el desarrollo de problemas de comportamiento de los perros".
Además de ser experta en comportamiento canino, Losada es ingeniera técnica agrícola y auditora interna de calidad alimentaria especializada en FSC22000. Aunque, como ella nos indica en esta entrevista, "después de ocho años trabajando como ingeniera, decidí ser feliz dedicándome a algo que me llena plenamente, los perros, mi pasión desde pequeña". Por eso, aparte de organizar seminarios de especialización en comportamiento canino e impartir cursos relacionados con la educación de los perros, también saca tiempo para escribir. En su libro Manual para tener un perro perfecto, señala algunas pautas sencillas para solucionar problemas de conducta complicados. Algo que, a priori, no resulta tan fácil. "Son fáciles porque las hacemos fáciles. Es decir, el tratamiento de un perro con un problema concreto se lleva a cabo con mecanismos establecidos por los científicos. Normalmente utilizamos principios psicológicos de humanos porque esos científicos utilizaban al perro como animal de experimentación. Eso nos ofrece el mecanismo aplicado a la especie con la que trabajamos de forma excelente. Pero facilitamos al máximo el proceso para que el propietario del perro tenga pautas claras y sencillas. Sería algo así como dar una receta paso a paso en la que, de repente, no sabes cómo, pero has hecho un bizcocho sin saber cocinar ni conocer los procesos químicos del cocinado", matiza.
Miedos y fobias
Los problemas de comportamiento en los perros pueden ser muchos y variados. Desde ladridos excesivos y agresividad hasta ansiedad por separación o la destrucción de objetos. Unos comportamientos suelen surgir por falta de socialización, entrenamiento inadecuado o cambios en su entorno. Pero el comportamiento de un perro también tiene bases genéticas y, a la vez, cuenta con una base (muy importante) de aprendizaje.
En cuanto a bases genéticas en sí, no debemos olvidar que la creación de las diferentes razas lleva implícito una serie de características genéticas que afectan tanto al físico como al comportamiento. "Si escogemos un perro de una determinada raza, creada para una función, y su vida diaria no satisface sus necesidades, se desarrollarán problemas de comportamiento. Un ejemplo son las razas de trabajo, perros inteligentes, activos y obsesivos, que son geniales para adiestrarlos o realizar un trabajo, pero que si no tienen la actividad física y cognitiva necesarias en su vida derivan en problemas de conducta", apunta Losada.
Mientras que, en lo relativo al aprendizaje, la experta en comportamiento canino destaca que existen episodios en la vida del perro que pueden crear traumas y problemas de comportamiento. Algo que también ocurre a las personas: "Si a un niño le muerde un perro, sin duda, va a desarrollar una fobia al perro; por lo que, si a un perro le muerde otro perro, va a desarrollar la misma fobia. Si en la edad de cachorro no ha socializado bien con perros y personas, es posible que ese animal muestre problemas de miedos o reactividad de adulto".
Aunque también hay episodios en la vida del perro que no deberían ser traumáticos, pero acaban siéndolo por asociaciones negativas. Un ejemplo es ir al veterinario. "Tanto la revisión como la vacuna de un perro no debería asustarle en absoluto. Y, para nada, la visita al veterinario debería convertirse en un entorno aversivo para el perro, a no ser que haya tenido un problema grave de salud como una fractura".
¿Qué ocurre, entonces? Pues, según la profesional, el problema es que normalizamos el miedo en consulta como algo establecido, sin pensar que, haciendo un trabajo previo, el perro puede acudir a la consulta del veterinario feliz, dejarse manipular sin problema y facilitar así el trabajo del especialista. "Yo hago este trabajo con mi propio perro y con el de mis clientes. Conseguimos que los perros entren tranquilos a consulta, se puedan vacunar y revisar sin problema, y no supone un trauma para ellos. Pero este trabajo, sin duda, es algo que debe hacer quien conforma la familia del perro", matiza.
En este punto, nos interesa conocer las diferencias, si es que existen, entre un comportamiento con base genética y uno aprendido. "En un comportamiento de base genética va a prevalecer el ADN del perro, y eso es moldeable hasta cierto punto. El perro es una amalgama de genes, neurotransmisores y hormonas, por lo que no podemos ir en contra de su naturaleza. Así pues, podemos mejorar su comportamiento dentro de unos límites". De hecho, varios estudios han puesto de manifiesto que determinados individuos nacen con diferente regulación neuronal y hormonal, por lo que, si un animal segrega más adrenalina de forma natural, difícilmente puede mostrar un comportamiento extremadamente relajado.
Por otro lado, en cuanto al comportamiento aprendido, sí podemos llevar al animal al estado anterior del aprendizaje de ese comportamiento. Independientemente de si se trata de un comportamiento esperado o uno indeseado. "Disponemos de herramientas para hacer 'desaprender' ciertos comportamientos, como el desarrollo de fobias, problemas de miedos, reducción de estrés, etc., y funcionan realmente bien. Técnicas como el condicionamiento clásico y operante ayudan a modificar los comportamientos aprendidos o a enseñar comportamientos que queremos que aprendan. Pero, desde mi punto de vista, lo correcto es tener en cuenta tanto la parte aprendida como la parte genética", concluye Losada.
Relación canina
Y para lograrlo, al igual que ocurre con cualquier cosa en la vida, es necesaria constancia y disciplina. "Desde nuestro conocimiento facilitamos el paso a paso para conseguir el resultado y que implique poco rato y esfuerzo en el día a día, pero hay que ser constantes". Y junto a ese comportamiento y temperamento del perro, otro aspecto a tener en cuenta es la sociabilidad del animal. Al igual que nos ocurre a los humanos, hay perros más extrovertidos o sociables y perros menos extrovertidos: "Dentro de la especie canina y la raza, cada perro tiene una personalidad diferente y hay que respetarlo. Esto no es un problema siempre y cuando la comunicación sea efectiva. Y un perro pueda comunicar a otro su interés o desinterés en interactuar de forma adecuada". El problema aparece cuando el humano no conoce qué 'dice' su perro en cada momento. "Vemos perros corriendo en los parques con sus propietarios sonriendo porque ambos perros juegan, cuando, en realidad, hay un perro que está huyendo de otro que quiere jugar o interactuar de forma intensa. Y esto es fácil de ver si el que persigue o huye siempre es el mismo. O si este 'juego' con los días termina en pelea", matiza Losada.
Por eso es tan importante la comunicación canina, parte importantísima de la educación de un perro. "Saber exactamente qué nos está 'diciendo' el perro en cada momento es la diferencia entre tener un perro con o sin problemas de comportamiento. Durante años esto era algo intuitivo, pero hoy en día tenemos a nuestro alcance muchos estudios sobre la comunicación canina, con datos objetivos. Un ejemplo es el ladrido. Cada ladrido es diferente y están catalogados según el timbre, el ritmo y la duración, por lo que podemos distinguir, perfectamente, entre un ladrido de excitación y uno de miedo", destaca la experta. Sobre todo, porque el perro tiene una comunicación muy rica y es fundamental conocerla para poder relacionarnos mejor con él. De tal manera que deberíamos 'hablar su idioma' o, por lo menos, conocerlo.
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