La domesticación del lobo hasta convertirse en el perro moderno es un proceso que ha intrigado a los científicos durante décadas. Si bien la hipótesis más aceptada sostiene que los humanos seleccionaron activamente a los lobos más dóciles para su cría, una teoría alternativa propone que los lobos se habrían ...
La domesticación del lobo hasta convertirse en el perro moderno es un proceso que ha intrigado a los científicos durante décadas. Si bien la hipótesis más aceptada sostiene que los humanos seleccionaron activamente a los lobos más dóciles para su cría, una teoría alternativa propone que los lobos se habrían domesticado a sí mismos a través de la selección natural. Un nuevo estudio, basado en modelos de simulación computacional, sugiere que este proceso pudo haber ocurrido en un período de tiempo relativamente corto, desafiando una de las principales objeciones a esta hipótesis.
Los perros (Canis familiaris) son considerados los primeros animales domesticados por el ser humano, con evidencias arqueológicas que sitúan su origen hace al menos 15.000 años, aunque algunos estudios genéticos sugieren que el proceso pudo haber comenzado hace 40.000 años. Sin embargo, el mecanismo exacto de esta domesticación sigue siendo objeto de debate.
Entre las hipótesis más aceptadas se encuentran:
La teoría de la caza, que propone que los lobos fueron seleccionados para ayudar a los humanos en la caza, reduciendo su agresividad y mejorando su capacidad de cooperación.
La hipótesis de la adopción de cachorros, que sugiere que los humanos criaron lobeznos, favoreciendo generaciones más dóciles con el tiempo.
La hipótesis de la auto-domesticación, que plantea que algunos lobos más tolerantes con la presencia humana comenzaron a beneficiarse de los restos de comida de los asentamientos humanos, lo que resultó en una selección natural a favor de los individuos más mansos.
El principal argumento en contra de la auto-domesticación es que este proceso de selección natural habría necesitado miles de años para generar cambios significativos en el comportamiento y la morfología de los lobos. Sin embargo, el nuevo estudio pone en duda esta idea.
Para evaluar la viabilidad de la auto-domesticación, investigadores desarrollaron un modelo basado en agentes (ABM, por sus siglas en inglés), un tipo de simulación por ordenador que permite recrear la evolución de un rasgo específico en una población. En este caso, se modeló la evolución de la tolerancia de los lobos hacia los humanos como un rasgo clave en el proceso de domesticación.
El modelo incorporó variables como:
Tasa de reproducción y mortalidad de los lobos.
Acceso a alimento humano (basura y restos de caza).
Selección de pareja basada en la tolerancia hacia los humanos.
Evolución de la población a lo largo de 15.000 años.
Los resultados mostraron que la divergencia entre lobos salvajes y proto-perros ocurrió en aproximadamente 8.000 años, mucho más rápido de lo que se pensaba. Esto sugiere que los lobos con menor agresividad y mayor tolerancia a los humanos lograron prosperar en los asentamientos, creando una población distinta con características cada vez más cercanas a las de los perros actuales.
Un hallazgo clave del estudio es que la selección sexual desempeñó un papel fundamental en la divergencia entre lobos y perros. Cuando el modelo incluyó la preferencia de pareja basada en la tolerancia hacia los humanos, la domesticación ocurrió con mayor rapidez y estabilidad. Sin este factor, los cambios en la población eran menos significativos.
Esto refuerza la idea de que la domesticación no solo dependió de la selección natural, sino también de factores sociales y reproductivos dentro de la población de lobos.
Los resultados del modelo computacional no prueban que la auto-domesticación fue el único camino hacia la domesticación del perro, pero sí descartan la objeción de que el proceso hubiera sido demasiado lento. Esto abre la puerta a reconsiderar el papel de la selección natural en la domesticación y la evolución de las especies en entornos humanos.
Además, el estudio pone de manifiesto que la interacción entre humanos y animales puede dar lugar a procesos evolutivos inesperados, con implicaciones para la conservación de especies y el estudio del comportamiento animal.
El debate sobre cómo los lobos se convirtieron en los primeros compañeros del ser humano sigue abierto, pero este estudio aporta una nueva perspectiva sobre la posibilidad de que el proceso ocurriera de manera más natural y espontánea de lo que se pensaba. Con la ayuda de modelos computacionales, la ciencia sigue desentrañando los misterios de la relación entre humanos y perros, una de las más antiguas y profundas en la historia de la domesticación.