El dolor crónico puede afectar profundamente al bienestar de los perros, sin embargo, el conocimiento todavía es limitado en cuanto al impacto multidimensional que esta sensación desagradable puede llegar a tener en la calidad de vida de los animales. En este contexto, el estudio How does chronic pain impact the ...
El dolor crónico puede afectar profundamente al bienestar de los perros, sin embargo, el conocimiento todavía es limitado en cuanto al impacto multidimensional que esta sensación desagradable puede llegar a tener en la calidad de vida de los animales. En este contexto, el estudio How does chronic pain impact the lives of dogs: an investigation of factors that are associated with pain using the Animal Welfare Assessment Grid (¿Cómo afecta el dolor crónico a la vida de los perros? Una investigación de los factores asociados al dolor utilizando la cuadrícula de evaluación del bienestar animal), publicado en la revista Frontiers in Veterinary Science ha sido elaborado con el objetivo de evaluar los factores que son significativos y predictivos del dolor crónico en los canes. Y lo hace utilizando la cuadrícula de evaluación del bienestar animal (AWAG), una herramienta única y objetiva que se utiliza para evaluar y monitorear el bienestar a lo largo de la vida de una variedad de especies.
En concreto, los tres autores, Rachel Malkani, Sharmini Paramasivam y Sarah Wolfensohn, de la Escuela de Medicina Veterinaria de la Universidad de Surrey (Reino Unido), realizaron 76 evaluaciones AWAG en 46 perros a los que los médicos les diagnosticaron afecciones musculoesqueléticas que causaban dolor crónico. Como metodología utilizaron pruebas de suma de rangos de Wilcoxon para evaluar la diferencia en las puntuaciones entre los perros con dolor crónico y una cohorte de perros sanos.
El dolor, un problema muy heterogéneo
Antes que nada, el artículo introduce varias consideraciones sobre el dolor, definido como "una experiencia sensorial y emocional desagradable asociada con un daño tisular real o potencial; o una experiencia sensorial y emocional aversiva causada típicamente por, o similar a la causada por, una lesión tisular real o potencial". A su vez, puede clasificarse de diversas maneras según su duración (agudo, crónico o intermitente) y gravedad (leve, moderado, severo, insoportable).
En el caso específico del dolor crónico, este se describe como un dolor que ha persistido durante más de seis meses y puede tener varios componentes. Asimismo, la causa desencadenante puede estar presente o no. La reorganización de los neurotransmisores corticales ocurre después de la lesión y esto puede inducir sensibilización central, hiperalgesia y alodinia. Cabe mencionar también que los cambios en el cerebro como resultado del dolor crónico pueden afectar a la salud cognitiva y emocional, lo que resulta en estados de bienestar deficientes.
De cualquier manera, su aparición no parece tener ningún propósito útil para un animal además de tener una función protectora, y puede ser muy difícil de reconocer conductualmente. Por ende, el dolor crónico es notoriamente difícil de evaluar y cuantificar; el que puede presentar un paciente con osteoartritis puede no parecerse a las características radiográficas de la enfermedad. Sin embargo, los autores del estudio señalan "la importancia de priorizar las evaluaciones objetivas destinadas a evaluar el impacto del dolor crónico en la calidad de vida, en lugar de cuantificar únicamente la gravedad de la afección primaria".
Las señales que pueden alarmar de que el perro sufre dolor crónico Un indicador bien reconocido de dolor agudo y crónico en perros es el cambio de comportamiento. Los signos notificados incluyen una reducción general de los niveles de actividad, cambio en el apetito, reducción de la calidad del sueño y cambio de la posición para dormir, alteración de la postura y cambios en la marcha que pueden incluir rigidez o cojera. Estos cambios se representan en el parámetro físico de la cuadrícula de evaluación del bienestar animal (AWAG).
Por su parte, los factores psicológicos y ambientales que también se incluyen en la escala AWAG y que, según se informa en la literatura, son indicativos de dolor, incluyen agresión, cambios de personalidad, reducción de la sociabilidad y el juego, y renuencia o negativa a realizar conductas normales.
En este sentido, los investigadores ponen de manifiesto que se han desarrollado muchas escalas para cuantificar la gravedad del dolor agudo. Sin embargo, no existe un gold standard, ya que la experiencia es única para cada individuo y debido a su naturaleza multidimensional. Esto presenta un desafío a la hora de evaluar el componente afectivo del dolor, ya que, idealmente, una evaluación integral debe considerar medidas fisiológicas, psicológicas, endocrinas, inmunológicas y conductuales, y esto puede verse agravado aún más por el sesgo del evaluador. Las escalas multidimensionales que se han desarrollado para su uso en perros incluyen la Escala de Medición Compuesta del Dolor de Glasgow (CMPS), la Escala de Dolor de la Universidad de Melbourne y la Escala de Dolor Agudo Canino de la Universidad Estatal de Colorado.
En el dolor crónico canino, los estudios han destacado que el dueño es quien debe estar alerta al sufrimiento de su mascota, dado que los cambios de comportamiento pueden ser tan sutiles y graduales en su inicio que solo son evidentes para alguien muy familiarizado con él. Por ello, estos cambios de comportamiento sutiles pueden no ser obvios para los profesionales veterinarios en un entorno clínico donde pueden estar enmascarados por el miedo, la excitación o la ansiedad asociados con el entorno desconocido.
Así pues, "es probable que los informes de los cuidadores sobre el cambio de comportamiento sean muy beneficiosos al evaluar el dolor crónico en un perro", señalan los investigadores. No obstante, informan de que los tutores se centran en los cambios de comportamiento basados en el movimiento en sus perros y tienen dificultades para asociar los cambios de comportamiento con el dolor en los perros mayores, mientras que otros estudios han demostrado que cuando se utilizan herramientas de evaluación del dolor crónico estructuradas, los propietarios pueden no ser capaces de identificar los cambios de comportamiento asociados con el dolor en sus perros. Además, también existe un sesgo en las evaluaciones veterinarias del dolor.
El 90 % de los veterinarios y el público cree que los perros de razas más grandes tienen menos sensibilidad al dolor, a pesar de que no hay una base fisiológica para esto. Además, se ha comprobado que las mujeres veterinarias dan puntuaciones de dolor más altas en comparación con los hombres. Por lo tanto, realizar evaluaciones basadas tanto en los comentarios de los propietarios como de los veterinarios puede proporcionar los datos más precisos utilizando herramientas de evaluación del dolor crónico.
Como el dolor puede inhibir los comportamientos normales, no solo la experiencia emocional del dolor físico puede afectar la calidad de vida, sino que los perros pueden frustrarse si no pueden realizar comportamientos con normalidad. Esto puede ser como resultado de restricciones impuestas por las familias o la incapacidad física del perro para realizarlas. La frustración ocurre cuando las expectativas y los deseos de un animal no se cumplen y se considera un estado emocional negativo y un posible problema de bienestar.
Igualmente, el dolor crónico puede ser una preocupación importante en muchas afecciones médicas y, a menudo, tiene un impacto en la toma de decisiones de diagnóstico y tratamiento. Por ejemplo, constituye la principal preocupación en perros con osteoartritis y otros trastornos que causan cojera. Las afecciones que afectan la articulación del codo son una causa común de cojera tanto en perros jóvenes como mayores; el codo canino puede verse afectado por varias enfermedades diferentes, como displasia de codo, fisuras intracondíleas humerales, luxaciones congénitas, problemas de tejidos blandos y artritis séptica. Cada una de estas enfermedades suele provocar cojera, dolor en las articulaciones y reducción del movimiento, que afectan negativamente al bienestar.
Una encuesta realizada a un grupo de cirujanos veterinarios de Reino Unido sobre sus preocupaciones con respecto al dolor crónico en los perros reveló que la osteoartritis se percibe como la causa más común de dolor crónico en el perro y las afecciones vertebrales y de la médula espinal también se percibieron como una causa relativamente común de dolor crónico. Como la osteoartritis suele ser multifacética, con varios procesos patológicos y factores genéticos que juegan un papel en el desarrollo de la enfermedad, es importante comprender los efectos en el bienestar y cómo se pueden mejorar.
Los resultados del estudio según la herramienta AWAG Además de los métodos actuales de evaluación del dolor, la AWAG y herramientas similares pueden complementarlos y mejorarlos para proporcionar un enfoque holístico a la evaluación del dolor crónico, en tanto en cuanto puntúan una serie de factores en los cuatro parámetros de salud física y psicológica, el medio ambiente y los eventos procedimentales y de gestión. Una vez que el usuario ha puntuado todos los factores, desde uno (el mejor bienestar posible) hasta diez (el peor bienestar posible) utilizando descriptores escritos mutuamente excluyentes, el método calcula una puntuación acumulativa de evaluación del bienestar (CWAS) y una puntuación media para cada parámetro.
Atendiendo a estos parámetros, la media de la puntuación para perros con afecciones que provocan dolor crónico fue de 22,47 y varió de 3 a 66,87. En cuanto a los canes sanos, obtuvieron una media de 4,94, la cual varió de 2,25 a 15. Otro resultado comprobó que las pruebas de Wilcoxon (suma de rangos) mostraron que todos los factores, excepto la condición corporal, eran significativamente diferentes entre los perros evaluados como saludables y los animales con afecciones que causan dolor crónico.
Encontraron, por otro lado, una correlación positiva significativa (0,93) entre la condición corporal del perro y la alimentación y la bebida, al igual que se halló de manera significativa y positiva una relación entre el estado de la mascota y la movilidad y la actividad, y también con la frecuencia y la intensidad con la que el animal padece miedos y ansiedad debido al dolor.
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