En la búsqueda de soluciones seguras y eficaces para la salud gastrointestinal de los perros, el papel de los probióticos ha cobrado gran relevancia. No todas las bacterias utilizadas en estos productos ofrecen el mismo perfil de seguridad. Por ejemplo, se ha observado que Enterococcus faecium, una bacteria comúnmente empleada ...
En la búsqueda de soluciones seguras y eficaces para la salud gastrointestinal de los perros, el papel de los probióticos ha cobrado gran relevancia. No todas las bacterias utilizadas en estos productos ofrecen el mismo perfil de seguridad. Por ejemplo, se ha observado que Enterococcus faecium, una bacteria comúnmente empleada en probióticos, puede portar genes de resistencia antimicrobiana (ARG), presentes en elementos genéticos móviles. Esta característica ha llevado a la investigación de alternativas que ofrezcan mayor seguridad y control.
La resistencia antimicrobiana (RAM) es uno de los mayores desafíos globales de la actualidad, posicionándose como una amenaza significativa para la salud pública. En este contexto, los probióticos, utilizados para mejorar el equilibrio intestinal en mascotas y reducir el uso de antibióticos, podrían jugar un papel doblemente beneficioso. Sin embargo, un reciente estudio publicado en Frontiers in Veterinary Science destaca preocupaciones importantes: algunos productos probióticos contienen genes de resistencia antimicrobiana (ARGs) capaces de transferirse a bacterias patógenas, lo que incrementa los riesgos de RAM.
Metodología del estudio
El estudio analizó 10 probióticos comerciales para perros y gatos mediante dos enfoques: pruebas fenotípicas para determinar la concentración mínima inhibitoria (MIC) de antibióticos y secuenciación genómica de última generación (NGS) para identificar genes de resistencia. Los resultados no solo revelaron ARGs en productos comercializados, sino también su posible capacidad de movilización mediante elementos genéticos móviles (MGEs).
Resultados clave
19 tipos de genes de resistencia identificados, de los cuales un 57,9% estaban en plásmidos. En dos casos, los genes actuaban como elementos genéticos móviles, facilitando su posible transferencia.
Entre los genes más preocupantes se encontraron:
APH(3′)-Ia, que confiere resistencia a antibióticos aminoglucósidos.
tetS, responsable de la resistencia a tetraciclinas mediante protección ribosomal.
La mayoría de estos genes fueron hallados en productos que contenían Enterococcus faecium, una bacteria común en probióticos para animales de compañía.
Por otro lado, en productos que incluían cepas de Lactobacillus y Pediococcus, se identificaron ARGs provenientes de Enterococcus spp., lo que plantea un riesgo añadido de transferencia horizontal de genes dentro del tracto gastrointestinal.
Los autores del estudio subrayan la necesidad de aplicar regulaciones más estrictas en la comercialización de probióticos para mascotas, similares a las normativas vigentes para animales destinados al consumo humano. Esto incluiría:
Evaluaciones fenotípicas y genéticas de resistencia antimicrobiana.
Eliminación de cepas con ARGs significativos para la salud pública.
Estudios más amplios para analizar el impacto de estos productos en la resistencia global.
El artículo promueve, como cepas seguras algunas bacterias de origen canino, como Lactobacillus plantarum, Lactobacillus fermentum y Lactobacillus rhamnosus, seleccionadas específicamente por su perfil de seguridad y eficacia. Estas bacterias no han mostrado presencia de genes de resistencia antimicrobiana (ARG) en los estudios realizados.
PROCANICARE, comercializado en España por Ecuphar, es el primer refuerzo gastrointestinal con bacterias de origen canino procedentes de perros sanos, ofreciendo a los veterinarios y propietarios de mascotas una alternativa segura y natural para el bienestar digestivo de los animales de compañía.
Este estudio alerta sobre el riesgo que suponen algunos probióticos comerciales en la propagación de genes de resistencia antimicrobiana en mascotas, lo que podría afectar indirectamente a la salud humana. La regulación y evaluación rigurosa de estos productos es esencial para garantizar su seguridad y contribuir a la lucha global contra la resistencia a los antibióticos.