El artículo "Neurological consequences after portosystemic shunt attenuation in cats: A meta-analysis study", publicado por la revista The Veterinary Journal, llega a la conclusión de que ciertos fármacos antiepilépticos, como el propofol y el levetiracetam, pueden controlar los signos neurológicos post-atenuación (PANS) en gatos con shunt portosistémico, si bien el ...
El artículo "Neurological consequences after portosystemic shunt attenuation in cats: A meta-analysis study", publicado por la revista The Veterinary Journal, llega a la conclusión de que ciertos fármacos antiepilépticos, como el propofol y el levetiracetam, pueden controlar los signos neurológicos post-atenuación (PANS) en gatos con shunt portosistémico, si bien el riesgo de recidiva es muy variable.
El shunt portosistémico congénito es una anomalía vascular que provoca que la sangre llegue desde el sistema portal a la circulación general sin atravesar el hígado. El tratamiento medicamentoso de esta condición busca atenuar los signos de encefalopatía hepática, mientras que el tratamiento quirúrgico logra normalizar el recorrido de la sangre de forma parcial o completa.
En las 96 horas posteriores a la cirugía, los gatos intervenidos pueden presentar signos neurológicos post-atenuación (PANS), que pueden conducir a crisis convulsivas postquirúrgicas (PAS) y, en algunos casos, la medicación anticonvulsiva no es eficaz, lo que hace recomendable eutanasiar al paciente. Los signos neurológicos post-atenuación (PANS) son muy variables, como ceguera, ataxia, tremores, comportamientos anormales y, en los casos más severos, crisis convulsivas postquirúrgicas (PAS).
Etiología desconocida
El metaanálisis llevado a cabo por los autores revela una prevalencia del 36,9% y una mortalidad del 17% en gatos con signos neurológicos post-atenuación (PANS). En el caso de las crisis convulsivas postquirúrgicas (PAS), la prevalencia es del 20,2% y la mortalidad del 37,2%. El pronóstico depende de la severidad de estos signos, pero la eutanasia es recomendable cuando no se controlar las crisis convulsivas en los tres primeros días tras la intervención.
Sin embargo, se desconoce la etiología subyacente a estos signos neurológicos. Tanto durante las intervenciones como en el periodo postquirúrgico, no se registraron cambios en los niveles de electrolitos, hipertensión portal ni hipoglucemia. Tampoco es probable que se deban a hiperamonemia postquirúrgica, ya que pacientes con una respuesta positiva prequirúrgica al tratamiento para la encefalopatía hepática mostraron crisis neurológicas severas tras la intervención.
En cuanto a la epidemiología de PANS y PAS, se ha observado una mayor prevalencia en pacientes mayores de dos años, pero no se ha relacionado con el sexo ni la raza. Los antecedentes de crisis convulsivas o signos neurológicos previos a la intervención tampoco se han relacionado con una mayor prevalencia de PANS ni PAS. Tampoco se han detectado diferencias significativas entre técnicas quirúrgicas (ligación completa, ligación parcial, atenuación retardada, etc.).
El tratamiento de esta sintomatología nerviosa se basa en la administración de fármacos antiepilépticos, como benzodiacepinas, fenobarbital y propofol. La infusión continua (CRI) de propofol logra frenar rápidamente las crisis convulsivas postquirúrgicas (PAS), aunque la interrupción de la infusión continua puede favorecer la reaparición de PANS. La administración de levetiracetam también parece ser eficaz en el tratamiento de estos procesos, mientras que los resultados son más heterogéneos al emplear fenobarbital. Sin embargo, no existe evidencia de que la administración de fármacos antiepilépticos en el periodo prequirúrgico reduzca el riesgo de PANS y PAS.
En conclusión, los autores proponen el propofol o el levotiracetam para controlar los PANS y PAS en el periodo postquirúrgico. Sin embargo, recalcan que el pronóstico depende de la severidad de los signos neurológicos, siendo necesaria la eutanasia cuando no se logran controlar las crisis convulsivas en los tres primeros días tras la cirugía.