Enamorada del mundo de los équidos y tras estudiar veterinaria en Cáceres, en 2005 Lucía Navas creó su propia empresa y comenzó a trabajar en Valencia con su Clínica Equina Móvil, "un furgón completamente equipado para ejercer mi actividad". Tras seis años muy productivos decidió volver a su tierra extremeña, ...
Enamorada del mundo de los équidos y tras estudiar veterinaria en Cáceres, en 2005 Lucía Navas creó su propia empresa y comenzó a trabajar en Valencia con su Clínica Equina Móvil, "un furgón completamente equipado para ejercer mi actividad". Tras seis años muy productivos decidió volver a su tierra extremeña, "y desde entonces ejerzo mi actividad con gran vocación".
Su trabajo diario consiste en visitar équidos en fincas o cuadras. "En Extremadura las distancias son muy largas, y hay que organizar las rutas bien para optimizar el tiempo y dar un servicio de calidad", comienza a relatarnos, y prosigue: "Somos veterinarios equinos de cabecera (urgencias, medicina interna, odontología, medicina preventiva, cojeras, pequeñas cirugías, medicina deportiva y mucha reproducción), y en el caso de que el animal necesite una intervención más especializada se deriva a compañeros normalmente en hospitales veterinarios".
Le preguntamos acerca de su visión del rol que ejerce el veterinario en el control y la vigilancia de las enfermedades zoonóticas: "Toda, somos parte importante en la sanidad debido a la zoonosis que causa la muerte de personas -además de caballos- como es el virus de la fiebre del Nilo". Y es que solo en 2022 en Europa fallecieron 64 personas a causa de una zoonosis, una de las cifras más elevadas notificadas en los últimos diez años. "Cuando un caballo se infecta y desarrolla los síntomas (fiebre, ataxia, fasciculaciones musculares, etc.) debemos notificarlo a las autoridades competentes para la confirmación de la enfermedad".
Asimismo, Lucía Navas aboga por reivindicar el perfil técnico y científico de la profesión veterinaria. "Debemos concienciar a la sociedad de que los veterinarios tenemos una formación que nos permite abordar los problemas desde el conocimiento y la evidencia científica". Una profesión, sin embargo, "desbordada" por las obligaciones legislativas. "El nuevo Real Decreto 666/2023 nos obliga a notificar cada sustancia que utilizamos y a los animales a los que se las aplicamos en el mismo día en que lo hacemos, lo cual trabajando en el campo es bastante complicado", comenta.
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