La crisis global de biodiversidad está impulsada por los cambios en el uso del suelo para satisfacer la creciente demanda de alimentos, siendo particularmente evidente en la Europa mediterránea a través de la intensificación agrícola y el abandono rural. En este contexto, la caza comercial de perdiz roja puede, paradójicamente, ...
La crisis global de biodiversidad está impulsada por los cambios en el uso del suelo para satisfacer la creciente demanda de alimentos, siendo particularmente evidente en la Europa mediterránea a través de la intensificación agrícola y el abandono rural. En este contexto, la caza comercial de perdiz roja puede, paradójicamente, beneficiar a la biodiversidad.
Los terrenos dedicados a la caza comercial de perdiz roja (Alectoris rufa) cuidan el hábitat y aportan alimento y agua para las perdices. Al no utilizar plaguicidas y mantener la vegetación natural y los usos agrícolas tradicionales, estos espacios pueden considerarse «islas de conservación» en una matriz de hábitats terrestres degradados.
Esta es la principal conclusión de una investigación llevada a cabo por un equipo de expertos del Grupo de Investigación en Sanidad y Biotecnología (SaBio) del Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos (IREC – CSIC, UCLM, JCCM) basada en el estudio de diez fincas de caza comercial de perdiz y en su comparación con diez zonas control de hábitat similar pero dedicadas a la agricultura. El estudio se desarrolló en las provincias de Ciudad Real y Toledo, en el centro de España.
Los observadores compararon la biodiversidad y la abundancia de aves y mamíferos entre ambos tipos de terrenos. La riqueza de especies de aves, la abundancia de algunas familias de aves (Muscicapidae y Turdidae) y el tiempo medio de avistamiento de aves rapaces fueron significativamente mayores en los cotos comerciales de perdiz. En cuanto a los mamíferos, los conejos silvestres fueron siete veces más abundantes en las fincas de caza comercial de perdiz roja, y el lince ibérico se detectó exclusivamente en éstas.
Estos hallazgos sugieren que los terrenos cinegéticos dedicados a la caza comercial de perdiz mejoran la biodiversidad al preservar el hábitat y apoyar a las presas, actuando potencialmente como islas de conservación con efectos positivos en la biodiversidad más allá de sus fronteras.
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