La importancia de la medicina prepagada en la gestión veterinaria para evitar gastos imprevistos

Adoptar una mascota responde a una necesidad humana, ya sea por compañía, seguridad o pasión por los animales. Sin embargo, el bienestar de nuestras mascotas tiene un coste que no debe pasarse por alto: alimentación, higiene y, por supuesto, los gastos veterinarios.

18/10/2024

Todo comportamiento humano tiene una intención positiva; adoptar una mascota también. Compartir tu entorno más cercano con un animal de compañía satisface necesidades: la pasión por la caza, la seguridad por tener protegida una propiedad o la compañía para mitigar la soledad… entre otras muchas. Pero los cuidados que necesita nuestro ...

Todo comportamiento humano tiene una intención positiva; adoptar una mascota también. Compartir tu entorno más cercano con un animal de compañía satisface necesidades: la pasión por la caza, la seguridad por tener protegida una propiedad o la compañía para mitigar la soledad… entre otras muchas.

Pero los cuidados que necesita nuestro animal para preservar su salud y bienestar cuestan dinero. La alimentación, la higiene y estética y, por supuesto, los gastos veterinarios, son un rubro a tener muy en cuenta a la hora de administrar la economía doméstica.

Mi socio y amigo Nacho Mérida, en su artículo titulado "Las finanzas personales y la veterinaria", ponía énfasis en la importancia de la educación financiera para hacer más llevadera -y libre de sobresaltos- nuestras vidas en la sociedad liberal capitalista en la que nos desenvolvemos.

Libre de sobresaltos significa prever que nuestro gato puede enfermar, requerir hospitalización o necesitar una intervención quirúrgica. La tenaz labor de educación llevada a cabo -desde hace décadas- por nuestros colegas veterinarios, ha conseguido concienciar a una buena parte de los tenedores de mascotas de que hace falta vacunar y desparasitar periódicamente, de mantenerlas con un peso acorde a edad y raza o de la importancia de una buena higiene bucodental.

Estos gastos fijos veterinarios ya son asumidos por la gran mayoría de nuestros clientes y tienen que ver con la medicina preventiva. Pero ¿qué pasa con la medicina paliativa? No todos los animales enferman, es cierto; no todos necesitan de una intervención quirúrgica o requerir de un escáner; pero bien sabemos los veterinarios que muchos sí.

Nuestra labor profesional es una actividad privada, no somos organizaciones de caridad ni estamos subvencionados; el ánimo de lucro es inherente a nuestro quehacer, sin el dinero de nuestros clientes sus mascotas no podrían ser atendidas y nuestras clínicas no podrían subsistir. Pero la realidad y los años nos evidencian que muchos de ellos no tienen recursos suficientes para los servicios que su animal, en un momento dado, necesita.

Hay momentos recurrentes a lo largo de nuestra vida profesional que cuesta olvidar. En mi caso particular, muchos de ellos se vinculan con la imagen de la afligida cara de clientes al recibir un presupuesto por la hospitalización, pruebas diagnósticas y cirugía que su mascota necesitaba, o por su tribulación sincera al relatarnos las vicisitudes a la hora de conseguir financiación para poder hacer frente a nuestra minuta.

¿Es necesario todo esto? ¿Se podría evitar? ¿Concebiríamos hoy día tener que recurrir a los ahorros, o a un crédito, para pagar la factura del hospital por la operación de apendicitis de nuestro hijo o la fractura de cadera de nuestra madre?

La seguridad cuesta dinero y lo que podría entenderse como un coste, realmente es una inversión en tranquilidad ¿Cuánto vale estar cubierto frente a sobresaltos económicos imprevistos?

Las necesidades humanas más básicas hay que protegerlas, y las mascotas nos satisfacen buena parte de ellas. Nuestra deontología profesional nos debe impeler a concienciar a los clientes de esto, en beneficio propio y en el de ellos.

La principal reticencia de un cliente a acudir a su veterinario es el desembolso que normalmente toda visita implica. Este hecho va en detrimento de la salud y bienestar de los pacientes, de nuestro desempeño como clínicos al no poder disponer de todos los recursos que la medicina veterinaria nos brinda y de la cuenta de resultados de nuestro negocio. Cuántos casos nos hemos encontrado con escasa o nula solución por llegar a nuestro centro demasiado tarde, cuántas cirugías y pruebas diagnósticas han dejado de hacerse por la imposibilidad del cliente de afrontar el pago de la factura, cuántas eutanasias hemos practicado que podrían haberse evitado.

Nuestra obligación, como médicos veterinarios, también es velar por la economía de nuestros clientes, y tenemos herramientas para ello; se llama medicina prepagada.

Jose Hilario Martín-Santos

Profesor del Programa de gestión aplicada en Gestión Kairós