Cómo la educación financiera puede transformar la gestión de tu clínica veterinaria

Si no somos capaces de organizar nuestras finanzas personales, es difícil gestionar un negocio de manera eficiente.

16/10/2024

Por Nacho Mérida Isla Profesor del Programa de gestión aplicada en Gestión Kairós Debo admitir que llegué tarde al tema de las finanzas personales. Siempre había seguido el viejo adagio de "las gallinas que entran por las que salen". Eso sí, siempre viviendo por debajo de mis posibilidades. Debo confesar que ...

Por Nacho Mérida Isla Profesor del Programa de gestión aplicada en Gestión Kairós

Debo admitir que llegué tarde al tema de las finanzas personales. Siempre había seguido el viejo adagio de "las gallinas que entran por las que salen". Eso sí, siempre viviendo por debajo de mis posibilidades. Debo confesar que no tengo tarjeta de crédito ni créditos más allá de una pequeña hipoteca; la casa es demasiado grande para mí y comparto a regañadientes su posesión con el banco.

Es cierto que no estoy siendo del todo sincero, ya que mis primeros ahorros fueron destinados a la compra de acciones hace más de 20 años, las cuales han sido la base de mis inversiones futuras. También aprendí pronto que el ahorro debía realizarse el primer día después de cobrar, y no al final de mes.

Sin embargo, no había tenido un plan de inversión personal hasta hace poco. Había jugado con los mercados y considerado productos financieros más complejos, pero siempre de manera gradual. Tener algunas acciones por aquí, un fondo de inversión de riesgo medio por allá.

Fue gracias al gran Fernando Valera (sin relación, más que en el peluquero, con M.A. Valera, otro actor del circo de la gestión de clínicas en España) que empecé a darme cuenta de la necesidad de tomarme el plan de inversión más en serio. No podía ser errático en las inversiones y debía tener un plan estructurado.

¿Por qué os cuento esto? Porque las finanzas personales son el nivel más básico de la educación financiera que todo ciudadano debería poseer. Si somos incapaces de organizar los ingresos y gastos en nuestro hogar, ¿cómo vamos a gestionar un negocio de manera eficiente?

¿Qué porcentaje de mi salario ahorro? ¿Cuánto me puedo gastar en ocio? ¿Cuáles son mis gastos recurrentes? ¿Tengo un fondo de "por si acaso"?

Ser capaz de responder a esas preguntas con tranquilidad es algo que, por desgracia, ocurre con menos frecuencia de lo que sería recomendable en la sociedad y, especialmente, en la veterinaria.

Por eso, muchos centros veterinarios sufren de un estrés innecesario en su gestión. Porque las personas a cargo de estos no han sido formadas en la interpretación adecuada de un balance de pérdidas y ganancias, por ejemplo. Sin un fondo de maniobra, no hay nivel de rentabilidad que pueda sostener un negocio abierto. El éxito de un negocio veterinario no se mide solo por la cantidad de animales curados; el éxito veterinario debe ser multidimensional y no basarse únicamente en la parte técnica.

Por ello, es crucial que la gestión de los centros veterinarios forme parte del currículo de los estudios veterinarios, porque la educación financiera te concede la libertad. La libertad de ejercer la veterinaria, de ayudar a mascotas cuyos dueños tienen estrés económico, de crecer profesionalmente y de tener una vida social que ayude a prevenir problemas de salud mental.

Está claro que conocer el índice de Thornaway de tu clínica es una ayuda extraordinaria a la hora de medir el impacto en redes de tu marca, pero ¿qué reflejo tiene eso en la cuenta de resultados? La respuesta es entre poco y nada. Cuando algo no mueve la aguja (una expresión americana relacionada con el beneficio), la inversión en ello debe ser menos prioritaria. Primero, tu seguridad, tu bienestar, tu independencia económica… después, el paciente. Si ese orden se altera, tarde o temprano el profesional sufre y, con él, las mascotas a su cargo.

Empieza hoy a pensar en la clínica que te haga libre y no te detengas hasta conseguirla.