La Junta de Gobierno del Colegio de Valencia (ICOVV) ha decidido conceder su `Medalla de Oro´ -distintivo contemplado en los nuevos estatutos aprobados el año pasado- a Enrique Blas. A sus 96 años, el decano de los veterinarios de esta provincia tiene previsto acudir -si su salud se lo permite ...
La Junta de Gobierno del Colegio de Valencia (ICOVV) ha decidido conceder su `Medalla de Oro´ -distintivo contemplado en los nuevos estatutos aprobados el año pasado- a Enrique Blas. A sus 96 años, el decano de los veterinarios de esta provincia tiene previsto acudir -si su salud se lo permite y nada hace indicar lo contrario- al acto institucional previo a la comida por San Francisco, que se celebrará el 5 de octubre en el Hotel Las Arenas, donde está previsto que, como el año pasado, se congreguen entre 400 y 500 colegiados.
Se incorpora pues esta distinción a los reconocimientos que tradicionalmente se conceden cada año con motivo del patrón a los colegiados jubilados, a los que cumplen medio siglo ejerciendo y a los nuevos licenciados que se incorporan a la profesión. Blas, quien en febrero de este mismo año era entrevistado por este boletín en compañía de tres de sus cinco hijos -Enrique, Fernando y Antonio, quienes también son veterinarios- no encaja, más bien desborda, en ninguna de estas categorías pero el órgano de gobierno colegial ha considerado que su trayectoria vital y profesional bien merecían tan excepcional consideración, que el ICOVV otorgará por vez primera.
Junto a ello, también durante ese mismo acto, está programada la entrega a cargo de las autoridades invitadas de los Premios ICOVV 2024 en sus tres categorías y subcategorías -del Vicente Dualde, Juan Morcillo y de Fotografía- cuyo fallo se dió a conocer el pasado 12 de septiembre.
Veterinario `rural´
Don Enrique Blas nació `accidentalmente` en Barcelona, donde su padre -militar- estuvo destinado. Pronto recaló en su pueblo, en Casas de Bárcenas (Valencia), localidad en la que sus ancestros regentaron una posada que posteriormente fue más conocida como herrería. Su bisabuelo y su abuelo, de hecho, ya habían ejercido como veterinarios. "Mi padre quería que fuera, yo estaba predestinado a ser veterinario", reconocía en aquella entrevista.
Tras concluir sus estudios en la Facultad de Zaragoza y hacer el servicio militar como alférez en la Jefatura de Ganadería del Cuartel de Bétera fue llamado para ejercer como veterinario interino en Casinos durante dos años. Más tarde, el Ayuntamiento de Valencia le requería para hacer lo propio durante otros 6 años. Allí coincidió con otro veterinario ilustre, Juan Contreras, quien presidió el ICOVV durante 19 años ininterrumpidos, entre 1977 y 1996. Sus vidas caminaron en paralelo: ambos se presentaron y lograron plaza en el Cuerpo Nacional de Veterinarios Titulares y ambos coincidieron en la Junta de Gobierno, siendo Don Enrique su vicepresidente entre 1977 y 1988.
`Veterinario rural´ -en el sentido que antes se le atribuía- fue de los primeros en apostar, ya en 1977, por abrir una clínica de pequeños animales. En 1985, sus hijos -Antonio y Fernando- se hicieron cargo de ella.