"La conducta de nuestras mascotas es, en ocasiones, el primer cambio visible de cualquier alteración en el organismo. De ahí que sea muy importante conocerla para poder identificar muchos procesos patológicos, además de comprender lo que quiere comunicar el animal, tanto en consulta como en su hogar", nos comenta Rosana ...
"La conducta de nuestras mascotas es, en ocasiones, el primer cambio visible de cualquier alteración en el organismo. De ahí que sea muy importante conocerla para poder identificar muchos procesos patológicos, además de comprender lo que quiere comunicar el animal, tanto en consulta como en su hogar", nos comenta Rosana Álvarez Bueno, veterinaria especializada en medicina del comportamiento y directora de Etolia – etología veterinaria. Por eso, la etología, esa disciplina científica que se encarga del estudio del comportamiento animal, se enfoca en comprender los patrones de comportamiento, las interacciones sociales, las pautas de comunicación y los procesos mentales y emocionales de los animales, entre otros aspectos, "con el objetivo de identificar patrones recurrentes y entender las adaptaciones evolutivas que subyacen a dichos comportamientos". De ahí que Rosana Álvarez defina la etología como una ciencia muy amplia, "además de multidisciplinar, que avanza conforme se van haciendo nuevos estudios. Por eso hay que estar muy al día, muy formado y muy actualizado", -afirma-, "porque muchos problemas conductuales vienen causados o agravados por otros problemas clínicos del animal, y la conducta es una parte integrante fundamental del individuo, que no puede ser considerada por separado sino totalmente intrincada".
Veterinaria por vocación, la directora de Etolia – etología veterinaria trabajó como veterinaria clínica durante un tiempo, pero pronto se dio cuenta de que no era lo que realmente la "llenaba del todo". Fue cuando empezó a interesarse por el comportamiento animal, lo que le hizo dejar el área de la clínica generalista y especializarse en el campo de la medicina del comportamiento como especialidad veterinaria. Sobre todo, por la atracción que sentía por la etología y el papel crucial que juega en la veterinaria, ya que proporciona las herramientas necesarias para entender y abordar los problemas de comportamiento en los animales.
Por todas estas razones, y otras muchas que seguro descubrimos a lo largo de esta entrevista, Rosana Álvarez hace hincapié en la necesidad de acudir, cuanto antes, a un veterinario especializado en medicina del comportamiento. "Desde el primer momento en el que se decide compartir la vida con un animal, incluso antes de incorporarlo a nuestro hogar, yo abogo por acudir a un etólogo. Y, por supuesto, cuando se observa cualquier alteración de la conducta habitual, por leve que sea, ya que puede significar que al animal le está ocurriendo algo", matiza. En este sentido, la experta aconseja que lo mejor es actuar siempre antes de que esa conducta avance, e identificar las posibles causas para poder establecer un plan de actuación, además de que se puede estar a tiempo de ayudar a nuestra mascota. "Esperar a que sé soluciones solo nunca es una medida correcta", señala.
Prevención y tratamiento
Asimismo, la etología ayuda a identificar causas subyacentes de conductas no deseadas, permite desarrollar estrategias de prevención y tratamiento, y, por otro lado, contribuye a mejorar la calidad de vida de los animales y su relación con los humanos. "Se trata, sin duda, de una especialidad de la medicina veterinaria que tiene una importancia creciente en la actualidad debido a varios factores, entre otros, el aumento de la población de animales de compañía, que hace que sea cada vez más importante comprender y gestionar su comportamiento; el desarrollo de nuevas técnicas de modificación del comportamiento, que permiten ayudar a esos animales que tienen problemas de conducta; y reconocer el bienestar animal como un derecho fundamental de los animales", afirma Álvarez Bueno.
Porque la etología también puede aplicarse en una amplia variedad de contextos, entre los que se incluyen la educación y el adiestramiento animal, la prevención y el tratamiento de problemas de conducta, la mejora del bienestar animal, la investigación científica, el diagnóstico y el trato amable en la clínica veterinaria. Y, por supuesto, la convivencia diaria.
Aquí es donde tendría cabida, por ejemplo, la relación de apego entre el perro y su familia humana. Porque desde la perspectiva etológica, la relación de apego se puede definir como un vínculo afectivo y duradero que se caracteriza por una conexión emocional basada en la proximidad, la confianza, la interacción social y la seguridad. "Tenemos que tener en cuenta que los perros pueden desarrollar vínculos afectivos fuertes con sus cuidadores, buscando su compañía y respondiendo a señales de confort y apoyo emocional", matiza la etóloga. De ahí la necesidad de tratar de entender el comportamiento de los animales y atender a su bienestar en general, especialmente si se producen situaciones en donde haya un conflicto entre el animal y su entorno, o entre el animal y su familia.
En este sentido, Rosana Álvarez nos comenta que la etología se debe conocer, tener en cuenta y aplicar en cualquier edad del animal. "La conducta se expresa desde antes de que el animal nazca y a lo largo de toda su vida, por lo que sería erróneo limitar la atención a una edad en concreto. Si bien es cierto que iniciar el abordaje desde la edad temprana permite prevenir problemas futuros. Esto se debe a que los animales jóvenes son más moldeables y más receptivos al aprendizaje, pero la etología puede aplicarse en cualquier etapa de la vida del animal. Incluso en animales adultos y geriátricos se pueden implementar estrategias eficaces para modificar el comportamiento y mejorar tanto el bienestar en general como muchas patologías". Porque, como hemos señalado anteriormente, la etología es una disciplina que se centra en comprender el porqué y el cómo de las conductas animales, tanto en su entorno natural como en el doméstico. Aparte de ser una piedra angular en el objetivo fundamental de promover el bienestar integral de los animales.
Particularidades
Otro aspecto de la etología se encarga de estudiar si un comportamiento animal tiene bases genéticas o es aprendido. Para ayudarnos a diferenciar ambos conceptos, la directora de Etolia – etología veterinaria nos comenta que la base genética se refiere a comportamientos que están programados en el ADN del animal, que pueden manifestarse sin necesidad de experiencias previas y que se expresan de manera similar en todos los miembros de la especie. Por el contrario, el aprendizaje implica "la adquisición de comportamientos a través de la experiencia y la interacción con el entorno, por ejemplo, un perro puede aprender que si utiliza el ladrido en un momento concreto consigue un resultado determinado, como puede ser una caricia o salir a la calle". De ahí que existan grandes diferencias entre un comportamiento con base genética y uno aprendido. Fundamentalmente, porque los comportamientos con base genética tienden a ser más innatos y menos susceptibles a modificaciones, mientras que los aprendidos son más moldeables y dependen más de la experiencia. "La combinación de ambos tipos de comportamientos contribuye a la complejidad y adaptabilidad de la conducta animal", matiza.
Los hogares españoles cuentan, en su mayoría, con un perro o un gato como mascota, por lo que le preguntamos si existe mucha diferencia entre los dos a la hora de aplicar los fundamentos de la etología. Sobre todo, si tenemos en cuenta que ambas son especies diferentes, con necesidades y comportamientos distintos. "Es importante tener en cuenta estas diferencias a la hora de aplicar los fundamentos de la etología y atender a sus necesidades físicas, sociales y emocionales. Los perros son animales sociales y llevan miles de años co-evolucionando junto a los humanos, por lo que, hoy en día, son un miembro más de nuestras familias. Los gatos, aunque se consideran más sociales, facultativos y ocupan un lugar en ocasiones más distante dentro del hogar, también están alcanzando actualmente fuertes vínculos sociales y emocionales con las personas de su familia humana", comenta. Por ello, tal y como afirma la experta, lo importante en ambos casos es actuar conforme a las necesidades generales de la especie y, en particular, de cada individuo y cada circunstancia familiar.
Debido a esas particularidades de cada especie, la etología también debe aplicarse de manera diferente. En el caso de los felinos, la modificación del comportamiento puede llevarse a cabo, si bien hay que tener en cuenta sus diferencias con los perros. Ya que cada especie se comporta de una determinada manera, que viene predeterminada por su genética, su lugar y su forma de vida, por lo que es erróneo hacer comparaciones con los perros. "Los gatos, en general, son animales más apegados al territorio y menos sociales que los perros, por lo que es necesario adaptar las técnicas de intervención a sus necesidades. Se otorga gran importancia al enriquecimiento ambiental, sobre todo en gatos que no tienen acceso al exterior, y a la comprensión de su lenguaje corporal para abordar problemas conductuales y físicos, y así mejorar su bienestar", matiza. Con ello, la aplicación de dichas técnicas, adaptadas a cada individuo y a cada situación, contribuirá de manera significativa a la gestión y mejora de su comportamiento.
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